MOCA.- Algunos métodos de enseñanza de la escritura presentan el lenguaje escrito como un sistema de signos que se utiliza para reproducir el lenguaje oral; es decir, las letras son utilizadas como un instrumento mediante el cual se sirve la lengua oral. Sin embargo, algunos teóricos de la lengua como Cassany (1994), Smith, (1994) Krashen (1991) precisan que no se trata de un simple sistema de transcripción, sino que constituye un lenguaje completo e independiente, un verdadero medio de comunicación; tanto la lengua oral como la escrita son las dos alas del mismo pájaro; de manera que existe una relación indisoluble entre el lenguaje escrito y el oral.
Anna Camps, Marta Milian, Montserrat Bigas, Montserrat Camps, Pilar Cabré, en su libro La enseñanza de la ortografía (1990) reflexionan sobre la enseñanza de la ortografía basada en la práctica de maestros en distintos niveles y en las aportaciones de la psicología en el campo del aprendizaje y del estudio de los procesos de escritura. En el texto se hace referencia sobre cómo aprende ortografía el niño, a través de qué mecanismo interioriza el código gráfico de la lengua, o por qué éste se convierte en un escollo difícil de superar.
Por otra parte, Daniel Cassany en su texto Reparar la escritura (1993) se refiere a que una de las tareas del maestro es reparar las averías de las redacciones: faltas de ortografía, frases perdidas, párrafos rotos, entre otros. Se trata no sólo de corregir los textos de los alumnos, sino de ayudarles a mejorar sus capacidades de expresión escrita.
Daniel Gabarró y Conxita Puigarnau, en el libro Nuevas estrategias para la enseñanza de la ortografía (1996) ofrecen una base teórica acompañada de herramientas que el profesorado puede aplicar en su trabajo en el aula, incluso con grupos numerosos.
La educación lingüística debe concebirse por la escuela, como uno de los elementos esenciales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es fundamental conocer el nivel de competencia (conjunto de conocimientos y destrezas en el uso lingüístico) que poseen los actores de este proceso (profesor-alumno), para crear experiencias de aprendizaje con el objetivo de que los educandos crezcan en cuanto a usos de la lengua, lo correspondiente a la lectura, escritura, escucha y el hablar. Estos conocimientos y habilidades comunicativas repercutirán de manera positiva, no sólo en la enseñanza-aprendizaje de la lengua española, sino también en las demás asignaturas.
El maestro es un ente fundamental en la educación lingüística de los alumnos, constituyéndose en la persona responsable de articular el trabajo educativo, con la responsabilidad además de coordinar todo el accionar en el aula de clase, con el objetivo de producir cambios de actitudes en sus discípulos, en el orden cualitativo.
La educación lingüística debe ser concebida como un proceso educativo que permita socializar los saberes entre docentes y estudiantes, lo cual da la posibilidad de compartir ideas culturales, afectivas, espirituales, sociales entre otras, mediante el uso de la palabra oral o escrita.
La educación lingüística debe contribuir a los saberes expresivos y comprensivos; lo que permitirá un perfeccionamiento en la competencia comunicativa de los estudiantes. En ese sentido para lograr un aprendizaje el profesor tiene la ineludible responsabilidad de aplicar una metodología adecuada para alcanzar una formación de calidad, capaz de aportar a los discentes la capacidad de aprender a aprender, se debe contar con un proceder que permita un aprendizaje significativo, de manera que éste desempeñe un rol fundamental para la eficacia del proceso enseñanza-aprendizaje.
La metodología permite el uso adecuado de la lengua para que el profesor desarrolle la actividad docente con el menor grado de dificultad, a fin de lograr resultados óptimos con sus alumnos. El profesor debe hacer uso de una metodología adecuada, ya que esta constituye el enlace entre los actores del proceso de conocimiento (discente). “El método de enseñanza es la vía principal, que toma el maestro o maestra, en conjunto con el alumno o la alumna” (Pedro García, 2000 p. 115).
El método no es una simple declaración, se articula con los objetivos y constituye de manera lógica y unitaria los procedimientos pedagógicos que tienden a administrar el aprendizaje, circunscribiendo en él desde la presentación y elaboración de la materia hasta la confirmación del aprendizaje.
La transformación curricular puesta en vigencia en el sistema educativo dominicano mediante la ordenanza 1‘95, la cual se enmarca en la reforma del sistema educativo, planteada en el Plan Decenal (1992), establece las competencias en el área de lengua española como una innovación.
A partir del plan estratégico de la educación dominicana, surge un nuevo currículo y se introducen cambios en la metodología del proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua española; como consecuencia, se abandonan los esquemas tradicionales para dar inicio a un contenido, donde se redefinen las competencias en esta área; a partir de ahí son tomados en cuenta los siguientes aspectos:
Competencias y producción de textos diversos
Interpretación de textos con intenciones variadas
Desarrollo de valores y actitudes a partir del uso de la lengua
Producción de análisis y síntesis de textos
Conocimientos y uso de la estructura de la lengua
Desarrollo de la identidad personal a partir de conocimientos y respeto de la diversidad social
Desarrollo de la sensibilidad y capacidad artísticas a partir de la lectura y producción de textos lúdicos y creativos
Aplicación de estrategias lingüísticas en el planteamiento y solución del problema (SEE, 1992).
A partir de estas concepciones la escuela dominicana persigue que sus alumnos obtengan una comunicación adecuada, fortalecimiento y valoración de la identidad personal y social, apropiación y aplicación de los conocimientos en diferentes situaciones, apropiación y ejercicio de los valores humanos, expresión y comunicación a través de formas diferentes y en contextos diversos, aplicación de proceso de razonamiento, conceptualización, juicio crítico, creativo y resolución de problemas en situaciones diversas.
Anna Camps, Marta Milian, Montserrat Bigas, Montserrat Camps, Pilar Cabré, en su libro La enseñanza de la ortografía (1990) reflexionan sobre la enseñanza de la ortografía basada en la práctica de maestros en distintos niveles y en las aportaciones de la psicología en el campo del aprendizaje y del estudio de los procesos de escritura. En el texto se hace referencia sobre cómo aprende ortografía el niño, a través de qué mecanismo interioriza el código gráfico de la lengua, o por qué éste se convierte en un escollo difícil de superar.
Por otra parte, Daniel Cassany en su texto Reparar la escritura (1993) se refiere a que una de las tareas del maestro es reparar las averías de las redacciones: faltas de ortografía, frases perdidas, párrafos rotos, entre otros. Se trata no sólo de corregir los textos de los alumnos, sino de ayudarles a mejorar sus capacidades de expresión escrita.
Daniel Gabarró y Conxita Puigarnau, en el libro Nuevas estrategias para la enseñanza de la ortografía (1996) ofrecen una base teórica acompañada de herramientas que el profesorado puede aplicar en su trabajo en el aula, incluso con grupos numerosos.
La educación lingüística debe concebirse por la escuela, como uno de los elementos esenciales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es fundamental conocer el nivel de competencia (conjunto de conocimientos y destrezas en el uso lingüístico) que poseen los actores de este proceso (profesor-alumno), para crear experiencias de aprendizaje con el objetivo de que los educandos crezcan en cuanto a usos de la lengua, lo correspondiente a la lectura, escritura, escucha y el hablar. Estos conocimientos y habilidades comunicativas repercutirán de manera positiva, no sólo en la enseñanza-aprendizaje de la lengua española, sino también en las demás asignaturas.
El maestro es un ente fundamental en la educación lingüística de los alumnos, constituyéndose en la persona responsable de articular el trabajo educativo, con la responsabilidad además de coordinar todo el accionar en el aula de clase, con el objetivo de producir cambios de actitudes en sus discípulos, en el orden cualitativo.
La educación lingüística debe ser concebida como un proceso educativo que permita socializar los saberes entre docentes y estudiantes, lo cual da la posibilidad de compartir ideas culturales, afectivas, espirituales, sociales entre otras, mediante el uso de la palabra oral o escrita.
La educación lingüística debe contribuir a los saberes expresivos y comprensivos; lo que permitirá un perfeccionamiento en la competencia comunicativa de los estudiantes. En ese sentido para lograr un aprendizaje el profesor tiene la ineludible responsabilidad de aplicar una metodología adecuada para alcanzar una formación de calidad, capaz de aportar a los discentes la capacidad de aprender a aprender, se debe contar con un proceder que permita un aprendizaje significativo, de manera que éste desempeñe un rol fundamental para la eficacia del proceso enseñanza-aprendizaje.
La metodología permite el uso adecuado de la lengua para que el profesor desarrolle la actividad docente con el menor grado de dificultad, a fin de lograr resultados óptimos con sus alumnos. El profesor debe hacer uso de una metodología adecuada, ya que esta constituye el enlace entre los actores del proceso de conocimiento (discente). “El método de enseñanza es la vía principal, que toma el maestro o maestra, en conjunto con el alumno o la alumna” (Pedro García, 2000 p. 115).
El método no es una simple declaración, se articula con los objetivos y constituye de manera lógica y unitaria los procedimientos pedagógicos que tienden a administrar el aprendizaje, circunscribiendo en él desde la presentación y elaboración de la materia hasta la confirmación del aprendizaje.
La transformación curricular puesta en vigencia en el sistema educativo dominicano mediante la ordenanza 1‘95, la cual se enmarca en la reforma del sistema educativo, planteada en el Plan Decenal (1992), establece las competencias en el área de lengua española como una innovación.
A partir del plan estratégico de la educación dominicana, surge un nuevo currículo y se introducen cambios en la metodología del proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua española; como consecuencia, se abandonan los esquemas tradicionales para dar inicio a un contenido, donde se redefinen las competencias en esta área; a partir de ahí son tomados en cuenta los siguientes aspectos:
Competencias y producción de textos diversos
Interpretación de textos con intenciones variadas
Desarrollo de valores y actitudes a partir del uso de la lengua
Producción de análisis y síntesis de textos
Conocimientos y uso de la estructura de la lengua
Desarrollo de la identidad personal a partir de conocimientos y respeto de la diversidad social
Desarrollo de la sensibilidad y capacidad artísticas a partir de la lectura y producción de textos lúdicos y creativos
Aplicación de estrategias lingüísticas en el planteamiento y solución del problema (SEE, 1992).
A partir de estas concepciones la escuela dominicana persigue que sus alumnos obtengan una comunicación adecuada, fortalecimiento y valoración de la identidad personal y social, apropiación y aplicación de los conocimientos en diferentes situaciones, apropiación y ejercicio de los valores humanos, expresión y comunicación a través de formas diferentes y en contextos diversos, aplicación de proceso de razonamiento, conceptualización, juicio crítico, creativo y resolución de problemas en situaciones diversas.
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