“Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad
por los que os ultrajany os persiguen” (Mateo 5:44).
LOS HISTORIADORES
nos hablan de un personaje llamado Dirk Willumsoon que se convirtió al
protestantismo. Como resultado de ello, fue condenado a ser torturado hasta la
muerte. De alguna manera, pudo librarse y empezó a correr para salvar su vida.
Un soldado fue tras él.
Corrió hasta que finalmente llegó a un gran lago.
El lago estaba helado, pero el hielo era débil porque el invierno estaba
llegando a su fin. A Willumsoon no le quedaba otra salida. Decidió correr por
el hielo. Mientras corría, el hielo del lago comenzó a resquebrajarse. Pero no
se detuvo. Quería evitar la terrible muerte que le esperaba si era capturado.
A grandes zancadas avanzó hasta que, con gran
esfuerzo, pudo saltar a la orilla. Mientras recuperaba sus fuerzas para seguir
corriendo, oyó un grito de terror a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio que el
soldado que lo perseguía había caído en el agua y se debatía intentando
aferrarse al hielo.
No había nadie cerca para ayudar al desdichado,
solo Dirk. Aquel soldado era su enemigo. Arrastrándose con cuidado por el
quebradizo hielo, alcanzó al soldado. Lo sacó del agua helada y, tirando de él
por el hielo, lo acercó a la orilla. Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que
este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Por los amigos,
podemos entenderlo…
Pero, ¿por nuestros enemigos? Leamos las palabras de Jesús: “Pero yo
os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mat. 5:44).
Para el que sigue a Jesús, amigo o enemigo, da lo mismo.
Amar a nuestros
enemigos no es fácil. Amar a nuestros enemigos no significa necesariamente que
tengamos que ser los mejores amigos, sino que queremos su bien y oramos por
ellos. Aquí se esconde un secreto: Si hacemos esto, hay muchas posibilidades de
que esa persona en poco tiempo ya no se sienta enemiga nuestra. (http://reflexiones-cristianas.org/devocionales-cristianos2/amar-es-cuidar.html)
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