Constanza
Hola Chamy BBC Mundo
La
ceremonia para que Juan Barros asumiera como obispo de Osorno debió acortarse,
debido a los disturbios.
"Barros, ¡fuera!", gritaba una multitud
vestida de negro en pleno centro de Osorno, en el sur de Chile.
La pequeña ciudad, ubicada 850 kilómetros al sur de
la capital, Santiago, nunca había visto tanta gente protestando afuera de su
catedral: más de 650 personas, según estimaciones de Carabineros, la policía
local.
Estaban allí para hacerle saber al nuevo obispo,
Juan Barros, recientemente nombrado por el propio papa Francisco como máximo
guía espiritual de la diócesis, que no lo querían. Ni en la catedral, ni en la
diócesis ni en la Iglesia.
Barros ha sido cuestionado por sus vínculos con el
sacerdote Fernando Karadima, a quien tanto la justicia ordinaria como la
eclesiástica consideraron responsable de abuso sexual de menores, realizados
durante los 1980s y 1990s. Karadima fue suspendido de por vida de sus
funciones.
"Juan Barros estaba parado ahí, mirando,
cuando me abusaban a mí. No me lo contaron, me pasó", le dice a BBC Mundo
Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes del "Caso Karadima".
Unas 650
personas protestaron en la catedral de Osorno, según cifras de la policía
chilena.
Los denunciantes de Karadima aseguran que, además,
como secretario del cardenal Juan Francisco Fresno, Barros recibió las primeras
denuncias contra Karadima. "Simplemente las rompía", asegura Cruz.
Barros, quien ha sido sacerdote por 30 años, y que
se desempeñaba como obispo castrense -de las Fuerzas Armadas- antes de su
nombramiento en Osorno, niega todas las denuncias.
"Jamás tuve conocimiento de alguna denuncia
respecto del sacerdote Karadima siendo Secretario del Cardenal Juan Francisco
Fresno, y jamás tuve conocimiento ni imaginé nunca de aquellos graves abusos
que este sacerdote cometía con sus víctimas", aseguró el obispo a través
de una carta pública dirigida a la comunidad de Osorno.
"No he aprobado ni participado en esos hechos
gravemente deshonestos. Hubo una investigación exhaustiva por instancias
competentes civiles y eclesiásticas para discernir las responsabilidades y
sanciones", prosiguió.
Una bofetada papal
Fue el propio papa Francisco quien nombró a Barros.
"La decisión la ha tomado el Papa, con información manejada por él",
afirmó Jaime Coiro, vocero de la Conferencia Episcopal de Chile en entrevista
con CNN Chile.
El
nombramiento lo realizó el propio papa Francisco a través del nuncio apostólico
-representante diplomático del Vaticano- en Santiago.
Cruz le dice a BBC Mundo que para las víctimas de
abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica en general y
particularmente para las de Karadima, el nombramiento de Barros ha sido
"una bofetada".
"Normalmente nosotros estamos acostumbrados a
las bofetadas de la jerarquía chilena [en alusión a las décadas que tomó que
investigaran las denuncias contra Karadima], pero lo que nunca esperamos era
una bofetada directa del Papa, porque teníamos esperanza en él", asegura
Cruz.
Pero la cruzada contra el nombramiento de Barros no
ha sido sólo de las víctimas del caso Karadima.
En febrero, al conocerse la decisión papal, unos 30
sacerdotes y diáconos de Osorno enviaron una carta al nuncio apostólico, Ivo
Scapolo, donde decían sufrir "mucha tribulación" y estar
"confundidos e irritados" por el nombramiento de Barros. "No nos
sentimos acogidos, menos comprendidos por la jerarquía de nuestra
Iglesia", aseguraban a través de la carta al representante vaticano en
Chile.
No eran los únicos.
"Los abusos sexuales nacen y se alimentan del
abuso de poder y aquí ha habido un abuso de poder clarísimo, principalmente del
Nuncio", le comenta a BBC Mundo Felipe Berríos, sacerdote jesuita y uno de
los religiosos más críticos de la actual jerarquía chilena.
"Con estas controversias la gente no sólo se
aleja de la Iglesia sino que se decepciona del Papa, porque ve que hay una
contradicción enorme entre un Papa que quiere que la gente se empodere y se
pronuncie, tolerancia cero a los abusos, y esto. Al final los católicos comienzan
a prescindir de la Iglesia", continúa Berríos.
Varias
voces dentro de la propia Iglesia cuestionan el nombramiento de Barros en
Osorno.
Como Berríos, parte importante de la iglesia
chilena se movilizó pidiendo la renuncia del obispo. Mientras en Osorno se
organizaban vigilias en protesta por la decisión, en la capital importantes
líderes de otras congregaciones se pronunciaban contra la decisión diocesana.
"El nombramiento de monseñor Juan Barros como
obispo de Osorno nos ha dejado perplejos", aseguró Álex Figueras,
provincial en Chile de la Congregación de los Sagrados Corazones, una de las
principales en el país.
"Parece haber sido una decisión llevada
adelante en solitario por el Nuncio Apostólico, sin el respaldo de la mayoría
de los obispos de Chile. Cuesta entender cómo es posible que todavía se den
este tipo de mecanismos, que llevan a una decisión con tan poco respaldo",
continuó Vigueras a través de su blog en la página web de la congregación.
"El nuncio le debe una explicación a la
Iglesia y no puede ser tan cobarde de esconderse detrás de la figura del
Papa", le asegura Berríos a BBC Mundo.
Obispo a empujones
Fue precisamente el nuncio apostólico Scapolo
quien, sin referirse particularmente a ninguna de dichas interpelaciones, confirmaba
el 14 de marzo la llegada de Barros a Osorno.
Juan
Barros fue previamente obispo auxiliar de Valparaíso, obispo de Iquique y
castrense.
Una semana después, los manifestantes esperaron a
Barros en el frontis de la catedral donde asumiría formalmente su nuevo cargo.
Lo hicieron vestidos de negro, con globos negros y pancartas.
Algunos empujaron al sacerdote durante su ingreso e
incluso llegaron a botarlo, según testigos.
Finalmente Barros logró ingresar escoltado por
funcionarios policiales. La ceremonia se retrasó producto de las protestas y
hubo tres detenidos.
Dentro del recinto, los manifestantes siguieron
gritando consignas contra el obispo, enfrentados con algunos feligreses que
apoyaban la llegada de Barros con globos blancos y letreros de "Bienvenido".
El tenso ambiente obligó a recortar la ceremonia y
Barros debió ser escoltado por sacerdotes y acólitos a su salida.
BBC Mundo intentó contactar al obispo Barros, lo
que no fue posible.
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