Jesús Moreno BBC Mundo
En Dinamarca el gobierno va ya por detrás de la población: el 100%
tiene tarjeta de crédito.
Cuando se acuñaron las primeras monedas en Asia Menor, una auténtica
revolución se puso en marcha en la historia de la humanidad. Pudo pasarse del
trueque a la expansión del comercio por todo el mundo. Pero, ¿tiene sentido
mantener el dinero físico 2.600 años después? Cada vez más países y expertos se
lo preguntan.
Esta semana el gobierno de Dinamarca sorprendió anunciando que pretende
suprimir en 2016 el dinero en efectivo en tiendas de ropa, gasolineras y
restaurantes.
Su objetivo a largo plazo es convertirse en el primer país que acaba
con las monedas y billetes en circulación.
La medida fue presentada como parte de un paquete de propuestas para
fomentar la productividad en los negocios. "El objetivo es eliminar los
considerables costes administrativos y financieros que implica el manejo del
dinero en efectivo", explica el gobierno danés.
¿Pero es esto posible? ¿Cuáles serían las ventajas de un mundo sin
dinero en efectivo?
En el caso de Dinamarca, no sólo parece probable, sino que el gobierno
va ya por detrás de las costumbres de la población.
Todos los adultos del país tienen una tarjeta de crédito, según la
Comisión de Pagos Danesa.
Ecuador ha puesto en marcha un sistema de dinero electrónico para
acabar con la exclusión financiera: un 40% no tiene acceso a cuenta bancaria.
Y no sólo eso: los pagos en efectivo han caído un 90% desde 1990. Sólo
un cuarto de los pagos se siguen realizando con dinero físico.
Además, según una encuesta nacional, prácticamente todos los comercios
minoristas aceptan pagos con tarjetas e incluso dos tercios aceptan tarjetas
internacionales.
Cuando se plantea la posibilidad de no tener dinero en efectivo, la
primera respuesta de la gente puede ser de extrañeza.
Sin embargo, unos momentos después muchos reflexionan: "La verdad…
¿cuánto hace que no llevo dinero en el monedero?". Esa respuesta
espontánea de una periodista de BBC Mundo cuando se enteró de las intenciones
de Dinamarca, resume bien el sentir de muchos.
"Cambiar los hábitos de pagos de las personas puede ser
difícil" al principio, opina el organismo danés ante la posibilidad de
implantar algo así en sociedades más habituadas al efectivo.
Sin embargo, los medios de pagos electrónicos cada vez son más
habituales.
Algo de lo que es consciente el gobierno de Ecuador.
El sistema de Ecuador
En diciembre de 2014, el gobierno del presidente Rafael Correa apostó a
ser uno de los pioneros en poner en marcha un sistema de dinero electrónico.
Uno de sus principales motivos era tratar de paliar la exclusión financiera que
sufre gran parte de la población.
Y pensaron que el teléfono móvil podía ser una poderosa herramienta.
Desde febrero los ecuatorianos han abierto 25.000 cuentas de dinero
electrónico.
"Un 40% de la población activa no tiene acceso a una cuenta
bancaria", explica el economista Fausto Valencia, director del proyecto.
Sin embargo, casi el 100% de los hogares tiene un teléfono celular.
Esa iba a ser la herramienta clave.
El sistema lo gestiona directamente el Banco Central de Ecuador y
aseguran que permite las transferencias entre usuarios, comprar en comercios o
en los sistemas de transporte. Pronto podrán pagar también así sus trámites con
las administraciones públicas.
El funcionamiento es sencillo. Se abre una cuenta desde el teléfono (no
es necesario internet) marcando el *153#, se recarga en tiendas y las
transacciones se realizan por mensajes.
Desde febrero, cuando las transferencias comenzaron a estar operativas,
se han abierto 25.000 cuentas.
Razones para un "futuro seguro" sin dinero físico
Valencia tiene claro que en el futuro no existirá dinero físico en los
países. "En países como Dinamarca o Suecia no se tardará mucho, pues no
tienen los problemas de pobreza y exclusión que tenemos nosotros y que tratamos
de paliar. Pero el dinero electrónico es el futuro, cercano además",
sentencia.
Si en el mundo rural de Ecuador escasean los bancos, la penetración del
móvil es prácticamente de un 100%. Por eso su sistema se gestiona con celulares.
Sin embargo, cree que en Ecuador también llegará en un plazo no tan
largo: "Estoy seguro de que mis nietos vivirán en una sociedad sin dinero
en efectivo".
Aun así reconoce que hay algunas barreras a superar. "En las zonas
pobres de Ecuador, tenemos un problema de educación financiera que vamos a
tratar de paliar con un proceso de formación para que aprendan a utilizar el
sistema", dice Valencia.
Pero, ¿cuáles son las ventajas reales del dinero electrónico respecto
al físico?
El efectivo es más caro. Cuesta producirlo, almacenarlo, hay
gastos de transporte, existen comisiones por extraerlo del banco, etc.
¿Qué se podría hacer con todo el dinero que cuesta tener el propio
dinero en nuestros bolsillos?
Por ejemplo, Ecuador tiene que reponer cada año 1.300 millones de
dólares que se deterioran.
A México le costará casi un peso producir cada uno de los 1.320
millones de billetes que necesitará este año, según la revista Excelsior.
Y sus habitantes gastarán unos 2.300 millones de pesos en gastos varios
relacionados con adquirir dinero en efectivo, según un estudio de la
Universidad estadounidense de Tufts.
El dinero físico tiene costes: en Mexico cuesta casi un peso producir
cada uno de los 1.320 millones de billetes que necesitará este año.
El efectivo se alimenta de tiempo. Según los profesores Bhaskkar
Chakravorti y Benjamín Mazzota, de Tuffts, cada estadounidense pasa 28 minutos
al mes acudiendo al cajero automático. Y el conjunto de los mexicanos pasan 48
millones de horas al año en esta actividad, según su estudio.
El efectivo provoca evasión fiscal. El gobierno estadounidense
pierde 100.000 millones de dólares al año por pagos en efectivo que no se
declaran, según Chakravorti y Mazzota.
El electrónico es más ecológico. Fausto Valencia, del Banco Central
de Ecuador, advierte de los costes medioambientales del dinero físico, tales
como contaminación por transporte y las talas de árboles para obtener papel no
sólo para el dinero, sino para la burocracia de documentos que genera.
El efectivo es poco higiénico. Ésta es quizá la más sorprendente
contraindicación. En 2011, unos investigadores británicos del instituto BioCote
llegaron a la conclusión que sacar dinero en un cajero automático te dejaba tan
expuesto a bacterias como usar el más horrendo de los baños públicos.
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