Por ARTAGNAN PEREZ MENDEZ.
EL DEGÜELLO DE MOCA. El 3 de Abril de 1805, miércoles de carnestolendas, es decir, día de cuaresma en que se permite comer carne, se invitó a la comunidad de Moca a reunirse en el interior del templo. Cerradas las puertas de la Iglesia comenzaron las huestes de Cristóbal a pasar por las armas a los presentes entre los cuales se encontraban unos cuarenta niños. Encima del altar fue encontrado el cadáver de la señora Manuela Polanco, esposa de Francisco Campos, quien era miembro del Concejo Departamental. El cura lo era Fray Pedro Geraldino.
El historiador José Gabriel García narra lo sucedido de la siguiente manera: “También en Moca se presentaron escenas terribles capaces de consternar a los corazones más endurecidos. Dadas por Cristóbal amplias garantías a Fray Pedro Geraldino, sacerdote de reconocidas virtudes, a favor de las familias fugitivas, fueron estas saliendo poco a poco de sus escondites y se dirigieron a la población donde en lugar de las seguridades con que contaban, no encontraron sino una muerte desastrosa: pues habiéndose anunciado que el día 3 de Abril se cantaría un Te Deum solemne en acción de gracias por la feliz terminación de la lucha, acudieron al templo más de 500 personas de todas clases, sexo y edades, además de la soldadesca desenfrenada de Faubert, la cual cerró todas las puertas al comenzar la ceremonia, y se entregó de lleno al desorden saciando su furor brutal sobre aquella concurrencia inofensiva, de las que quedaron muy pocas con vida, porque hasta el sacerdote que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de espantosa gritería de aquella horda de salvajes.” (Fin de la cita)
Según el historiador Marrero Aristy: “Don Antonio Geraldino, don Mateo Muñoz, y el capitán del Partido don José Lizardo, sorprendidos en sus casas, fueron atados a sus respectivas camas y quemados vivos al ser incendiadas las correspondientes viviendas.” (Fin de la cita)
El degüello de Moca ocurre el 3 de Abril de 1805 y el 28 de ese mes y año es decir veinticinco días despues del hecho, el ciudadano dominicano Gaspar de Arredondo y Pichardo sale de la isla de Santo Domingo rumbo a Cuba. Posteriormente escribió sus Memorias en las cuales hace referencia al degüello de Moca y al de Santiago. Este señor no estuvo presente en el degüello de Moca, pero si en el de Santiago, y en las Memorias que escribió desde Cuba expresa: “En efecto, se acercaron y nos informaron que en Moca, el 3 de Abril de 1805, habían los negros pasado a cuchillo aquella mañana, a todo viviente, para cuyo fin, el comandante Joubert llegó allí con tropas, dando la orden de que las mujeres de todas clases y edades se reunieran en la iglesia y los hombres en la plaza, pues todos bajo la buena fe de la capitulación celebrada con los vecinos debían obedecer a las prevenciones del jefe que mandaba. Todos obedecieron creyendo que se iba a proclamar algún indulto o gracia a favor de ellos y el indulto fue degollarlos a todos luego que se verificó la reunión prevenida, como ovejas acorraladas. Que los negros, luego que consumaron el sacrificio espantoso, sacrílego y bárbaro abandonaron el pueblo. Que de todas las mujeres que estaban en la iglesia sólo quedaron con vida dos muchachas que estaban debajo del cadáver de la madre, de la tía o de la persona que las acompañaban; se fingieron muertas porque estaban cubiertas con la sangre que había derramado el cadáver que tenían encima; que en el presbiterio había por lo menos 40 niños degollados y encima del altar una señora de Santiago, doña Manuela Polanco, mujer de don Francisco Campos, miembro del Concejo Departamental, que fue sacrificado el día de la invasión y colgado en los arcos de la Casa Consistorial, con dos o tres heridas mortales de que estaba agonizando. Que don Antonio Geraldino, don Mateo Muñoz y el capitán de aquel Partido don José Lizardo habían sido sorprendidos en su casa y atados a sus camas las incendiaron, incluyendo en el número de las víctimas aquellas señoras hermanas de nuestro cura escapadas del degüello de Santiago; doña Antonia David, que resistida a los torpes deseos de uno de aquellos feroces animales fue atravesada de un bayonetazo en la puerta del templo. Una de las escapadas de dieciocho años era hija de don Antonio Salcedo, quien se había casado en segundas nupcias el mismo día de carnestolendas en que perdió al marido sacrificado con los demás. El padre Geraldino no se sabía de él; después se supo que los negros se lo llevaron al retirarse del sitio que pusieron a la capital”,
“El negro Félix me informó en Baracoa Cuba, que todos los desastres, muertes y atrocidades cometidos por los negros en las personas blancas de ambos sexos y en todos los pueblos por donde habían transitado en retirada de la capital de donde fueron rechazados, despues de un sitio de veintitrés días que tuvieron que levantar más que de prisa. Que los altares, los archivos y hasta el reloj público lo habían reducido a cenizas echando a pie para el Guarico a todo el que no habían asesinado sin exceptuar aún a los sacerdotes, menos al cura don Juan Vásquez a quien despues de atormentarlo con crueldad en el campo santo que estaba frente a la parroquia lo sacrificaron, y al fin, para saciar su brutal venganza lo quemaron con los escaños del coro y los confesonarios”. (Fin de la cita)
-Continuará-.
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