Reciclaje de papel en República Dominicana
por Alan Fernández
“Los pueblos sólo alcanzarán su desarrollo cuando dejen de ver las cosas como son y comiencen a verlas como deberían ser.”
La basura está formada por residuos no clasificados que, en conjunto,
hacen imposible su aprovechamiento. Los residuos, en cambio, son
materiales que pueden ser reutilizados luego de haber cumplido el fin
para el que fueron creados.
En el Distrito Nacional (la ciudad capital de Dominicana), por
ejemplo, el 41% de la basura que se genera podría ser aprovechada pues
está compuesta de materiales 100% reciclables como papel, plástico,
vidrio, metales y sus derivados. Algo similar ocurre en la mayoría de
los países de América Latina.
El reciclaje consiste en la reutilización de cualquier compuesto u
objeto que, luego de haber cumplido el fin para el que fue creado, sirve
para formar otro del mismo tipo, o como materia prima para otra
cosa. Como escribía en mi post anterior, la educación es la clave en este sentido,
y mientras esto siga siendo una tarea pendiente en la República
Dominicana, hablar de reciclaje será hablar de un sueño en construcción.
Capacitar a alguien no sólo es enseñarle algo que no sabía; es convertirlo en alguien que no era. No podemos apelar al consumo responsable
y al manejo correcto de los residuos si la sociedad no reconoce su
importancia, y mucho menos si no sabe cómo hacerlo. El desarrollo de
programas formativos en este sentido es una responsabilidad que recae en
las alcaldías, ayuntamientos y direcciones municipales, pero es una
responsabilidad que tratamos de compartir las organizaciones
ambientalistas en la República Dominicana.
¿Por qué reciclar papel? Porque es uno de los materiales más
utilizados por los seres humanos y es, a la vez, altamente reutilizable y
su fabricación, en todas sus formas, es causante de grandes devastaciones de bosques.
Además, en la fabricación de papel se utilizan grandes cantidades de
energía y agua. Esto hace que la industria papelera sea la segunda
industria en consumo de energía del mundo.
En Dominicana, entre 17% y 20% de los desperdicios está compuesto por
papel. De ese porcentaje, los recicladores recuperan un 3% a 5% en los
vertederos. Hay diferentes iniciativas en todo el país que han logrado
reciclar hasta 90 toneladas de papel en un año. En el año 2011, por
ejemplo, 203 centros educativos de Santo Domingo y Santiago acopiaron
115 toneladas de papel, lo que representó un ahorro a las alcaldías de
aproximadamente de $192.000 pesos dominicanos. Así también se logró
salvar 1.955 árboles, equivalente a unas 28 hectáreas de cobertura
boscosa que habrían tardado 22 años en madurar.
La elaboración de papel a partir de materiales reciclados puede
reducir la tala de muchas más hectáreas de árboles. Una tonelada de
papel hecho a partir de material reciclado representa un ahorro de 2.400
kilos de madera, 200.000 litros de agua, 7.000 kw/h y unos 27 kilos de
otros contaminantes que dañan el aire.
Una muy buena iniciativa ha sido la que tomaron algunas grandes
cadenas de supermercados, que reciben materiales reciclables –y otros
altamente contaminantes como los briks–, convirtiéndose así en centros
accesibles de acopio y generando mayor conciencia sobre el consumo y el
manejo de desperdicios.
Sin duda todo esto es poco con relación a lo que podríamos hacer.
Cada mes, en la República Dominicana se producen 1.600 toneladas de
periódicos impresos, de las que solamente 300 toneladas son recuperadas.
Otras 900 toneladas de basura llegan a nuestros vertederos y muy poco,
como hemos visto, es aprovechado.
Al separar los residuos de papel que producimos en casa y llevarlos a
un centro de acopio cercano, aunque parezca poco, ya estamos haciendo
un gran aporte. Con cada tonelada de papel que reciclamos le damos un
respiro al mundo y ahorramos miles de millones.
El reciclaje de papel representa sólo una parte de lo que está revolucionado el consumo a nivel mundial, y Latinoamérica cuenta con capacidades indescriptibles para hacer del consumo una práctica más limpia y responsable.
En la medida que llevemos la clasificación de los residuos a los
hogares, las escuelas, las iglesias y las plazas, tendremos ciudadanos
más conscientes y responsables de los desperdicios que producen en sus
casas y, a su vez, pondrán en marcha una cadena que facilitará el
trabajo a las autoridades.
* Alan es estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, activista de Esperanza Verde-RD, y vicepresidente del Cuerpo de Voluntarios de la Asociación Dominicana de las Naciones Unidas (V-ANURD). (http://blognuso.wordpress.com)
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