Somos objetos de constante vigilancia en Internet
Los usuarios de Internet que cuelgan en
la red sus fotografías y datos personales, acompañándolos de
comentarios, simplemente no se detienen a pensar que de buena voluntad
se convierten en blanco de estafadores por su voluntad.
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Se trabaja sin llamar la atención, para evitar debates innecesarios. Recientemente los periodistas del diario británico The Guardian
informaron de un innovador programa para el ordenador denominado RIOT,
abreviado de Rapid Information Overlay Technology, desarrollado por la
empresa estadounidense Raytheon. Tras procesar y relacionar grandes
volúmenes de información, obtenida a través de las páginas Twitter,
Facebook, Foursquare y demás, el programa es capaz de reconstruir la
vida cotidiana de uno. Se traza el esquema de relaciones de la persona
vigilada con sus compañeros de trabajo, conocidos, familiares, junto con
sus rutas habituales. Se compone también el perfil ético y psicológico,
se tiene en cuenta las costumbres, debilidades e incluso motivos
potenciales de las acciones.
Según la empresa, esta tecnología tan
innovadora todavía no se ha vendido a nadie. Sin embargo, de acuerdo con
las normas de regulación de exportaciones, Raytheon goza de categoría
“EAR99” que permite vender el producto, sin necesidad de obtener
licencia.
En realidad, llevamos ya varios años en “el
punto de mira”, aseguró en su entrevista a La Voz de Rusia Antón
Korobkov-Zemlianski, experto en tecnologías mediáticas y miembro del
Consejo Social:
—Los datos que a menudo colgamos en
Internet son fáciles de encontrar incluso con los buscadores más
primitivos, ni falta que hace mencionar programas tecnológicamente
avanzados. La pregunta es quién podría estar interesado en seguirnos.
Por ejemplo, grandes empresas y marcas que, conociendo los motivos de
nuestra conducta o nuestros hábitos, podrían ofrecernos sus productos o
atacar con la publicidad calculada. Es evidente que no sólo los
servicios secretos disponen en exclusiva de estas posibilidades,
programas en cuestión son elaborados por empresas privadas y no existen
garantías de que no acaben en manos de malhechores.
Los organismos de orden público y los
servicios secretos aprovechan las redes sociales, para hacer un
seguimiento bastante eficiente de algunos de los usuarios, señala el
Director de la Agencia de tecnologías de reconocimiento “R-Tejno”, Román
Romachiov. Pero no se trata de un seguimiento global, precisa en su
entrevista a La Voz de Rusia:
—Se diría que le seguirán a uno las
personas interesadas, de modo que si deja determinada información en las
redes sociales, ha de tener presente que podría ser usada en su contra.
Por ejemplo, no se recomienda colgar información sobre la familia de
uno, ni las fotos familiares, ni mencionar los sitios que frecuenta, ni
los inmuebles ni medios de transporte que tiene en propiedad.
Según Román Romachiov, la creación de tales programas como RIOT es una etapa previsible en el desarrollo de Internet.
Y a pesar de todo, nos estamos acercando al
momento de ser vigilados constantemente, tanto en el espacio virtual
como real. En ciudades grandes las cámaras están instaladas a cada paso,
en las encrucijadas, comercios, hoteles, restaurantes, oficinas,
comedores, despachos e incluso aseos. En Estados Unidos la empresa DARPA
está trabajando en la creación de un programa capaz de descubrir a los
criminales potenciales en grandes aglomeraciones de personas. El banco
de datos electrónico contendrá modelos de conducta normal y sospechosa y
los científicos sólo tendrán que conseguir que el programa diferencie
las imágenes correspondientes a diferentes modelos. No se descarta que
poco a poco se haga realidad la película de Spielberg Minority Report,
donde la simple idea de un crimen, ni siquiera la intención, sirve de
base para el arresto o la liquidación de un posible infractor.
Los expertos aseguran que todavía ni el control por
vía de Internet ni las cámaras de vigilancia se aplican a los ciudadanos
de a pie. Si no tienen problemas con la ley ni ostentan fabulosas
fortunas, no corren el peligro de atraer la atención de servicios
secretos, estafadores internacionales, criminales o terroristas. (La Voz de Rusia)
ach/as/sn
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