El camino a la compra de un
vehículo en Cuba es una larga y sinuosa autopista llena de procesos
burocráticos complejos, enredados y caros.
La Odisea se inicia con "La Carta", una
autorización del gobierno para que el concesionario pueda venderles uno
con 100.000 km rodados.
Para obtener "La Carta", un cubano deberá
demostrar que tuvo suficientes ingresos en divisas, para lo cual
necesita otra carta del banco certificándolo. Los campesinos, los
trabajadores por cuenta propia y la mayoría de los médicos quedan
excluidos aunque demuestren solvencia.
Sin embargo, desde abril el gobierno cubano ha
dejado de vender automóviles a los ciudadanos autorizados a comprarlos
por razones que no han sido explicadas. Pero como consecuencia se cerró
el único mecanismo por el cual un cubano podía adquirir un vehículo
usado-moderno.
La otra opción es comprarle a un particular,
para lo que hace dos años se eliminó el requisito de la "Carta". Sin
embargo, ese mercado no resulta muy atractivo porque se venden
fundamentalmente autos de los años 40 o 50.
Para evitar que los ciudadanos logren saltarse
las prohibiciones, las autoridades se han inventado matriculas
diferentes, creando mercados estancos en los que un diplomático no puede
vender su auto a un periodista, ni éste a una empresa extranjera y
ninguno de ellos a un cubano.
"¿Por qué los cubanos…?"
Miles de cubanos -músicos, marinos mercantes,
diplomáticos, artistas, etc.- poseedores de "La Carta" están muy
preocupados porque se dejó de vender automóviles sin explicar por qué.
El temor radica en que el documento solo tiene dos años de vida
burocráticamente útil.
"Es un misterio por qué un músico de salsa puede tener "La Carta" y un campesino no, aunque este último demuestre mayores ingresos legales. O por qué los extranjeros residentes solo podrán comprar 2 automóviles durante toda su estancia, dure ésta 1 mes o 50 años"
El cantautor Erick Sánchez es uno de ellos y me
cuenta que tendrá que reiniciar todos los tramites porque su Carta "es
la número 1088, ya tiene un añito y pico largo, se vence el 1º de
febrero de 2014. Desde el 27 de abril no venden nada y además no dan
ninguna explicación".
Pero aunque Erick no lo crea, él es un
privilegiado: ya tiene el documento en sus manos. Daniel Silva nos
cuenta la historia de un "científico prominente", que presentó la
solicitud hace un año y aún no le dan su "Carta" a pesar de que "el
Ministerio de Transporte tenía 60 días hábiles para emitirla".
Una vez que tienen "La Carta", los cubanos van a
una empresa del Estado, donde llegan los automóviles que han sido dados
de baja por las agencias de alquiler para turistas, también estatales.
Allí compran uno de los que esté a la venta cuando les llegue su turno,
teniendo en cuenta que los mejores se reservan para los que dan
"propinas".
Nadie responde cuando el curador de arte Jorge
Gómez se pregunta: "¿Por qué los cubanos no podemos ir a una agencia y
comprarnos un auto, nuevo o de segunda mano?, ¿por qué necesitamos
permisos, cartas, trámites absurdos e innecesarios emitidos por
burócratas que sí tienen auto?".
Unos sí, otros no
Durante décadas un cubano sólo podía acceder al
"carro" por méritos extraordinarios o si le llegaba adosado al cargo. La
venta de automóviles estaba prohibida, por lo que estas se realizaban
solo de palabra, sin cambiar en los papeles el nombre del propietario.
Cuando el gobierno de Raúl Castro autorizó la
compraventa entre cubanos sin "Carta", muchos aprovecharon para
legalizar las transacciones que se hicieron durante la prohibición. Sin
embargo, el apetito por vehículos sigue siendo más grande que la oferta
disponible.
El tema es tan sensible que hace dos años le
costó el cargo al Ministro del Transporte cuando este autorizó la
importación a particulares. Los recientes cambios en el manejo del tema
mantienen la mayoría de las limitantes e incorporaron algunas nuevas.
Es un misterio por qué un músico de salsa puede
tener "La Carta" y un campesino no, aunque este último demuestre mayores
ingresos legales. O por qué los extranjeros residentes solo podrán
comprar dos automóviles durante toda su estancia, dure ésta un mes o 50
años.
También está prohibido realizar transacciones
cruzadas entre extranjeros, periodistas, cubanos o empresas foráneas,
con lo que el mismo automóvil adquiere precios que oscilan desde
US$4.000 hasta US$30.000, dependiendo del mercado en que se venda.
No es un chiste
El asunto ha despertado la hilaridad del
humorista Luis Silva, quien escribió una invitación al cumpleaños de su
"Carta". No le costó mucho trabajo, se limitó a describir una realidad
macondiana que no necesita exagerarse para hacer reír a los cubanos.
La gran demora se debe a que hay miles de
"Cartas" y solo aparecían 200 autos por semana, además algunos se
saltaban la cola con "propinas" de US$500 a los empleados del
concesionario. Ese problema sí está resuelto: ya no le venden vehículos a
nadie.
El que tuvo la suerte de comprar un carro
moderno-usado y aún tiene dinero lo "remotoriza". En las mismas empresas
estatales por US$ 4000 aparece un motor diesel en buen estado y con
otros US$1.000 de "propina" se puede aspirar a uno 0 ikm, sin hacer la
cola.
Los concesionarios de Peugeot, Mercedes Benz o
Fiat esperan pacientes a que un día la totalidad de la población tenga
derecho a comprar vehículos pero por ahora solo les permiten vender a
empresas del Estado, extranjeras o algunos autorizados "muy especiales".
El comercio automotriz en Cuba sigue sumido en
el caos, el mercado negro, las ilegalidades, la corrupción, la
injusticia, la desigualdad de derechos entre los ciudadanos y la
especulación. Parecen los efectos lógicos de tantas prohibiciones
inexplicables e inexplicadas.
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