miércoles, 25 de diciembre de 2013

Las drogas no solucionan los problemas, los aumentan

La reciente legalización de la marihuana en Uruguay ha desatado una nueva ola de polémicas acerca de la conveniencia de tal actitud. Los expertos advierten que esta medida no puede tener efectos positivos.

En realidad, la legalización de las drogas “ligeras” en Uruguay es un hecho trascendental. Por primera vez en la historia, un Estado autoriza y toma bajo control las actividades de este sector, incluidas las importaciones y exportaciones del producto, sin hablar ya de su cultivo, recolección, almacenamiento, ventas y distribución. Naturalmente, Uruguay no es el primer país, donde los partidarios de la liberalización de las drogas hayan encontrado apoyo en los más altos niveles de Gobierno. Sin duda alguna, se trata de una nueva tendencia global. El director del Departamento de Asia Media y Central del Instituto de la CEI, Andréi Grozin, señala:
Lo que está pasando últimamente puede ser considerado como una legalización global de los estupefacientes ligeros y, en primer término, la marihuana. Por un lado, es un hecho bien sorprendente, sobre todo, para la Unión Europea, donde los euroburócratas han ido intentando cerrar este tema definitivamente, más por otro, el péndulo obviamente se ha ido al otro lado generando un marcado cambio de actitud. La legalización de las drogas ligeras es una tendencia generalizada. Nadie puede decir a estas alturas hasta cuándo se mantendrá esta situación. Pero yo no me atrevería a llamarla duradera. Lo cierto es que por ahora, algunos Gobiernos tienden a equiparar la marihuana con el tabaco y el alcohol.
La tendencia señalada por el experto es inofensiva solo a primera vista. Las drogas “ligeras” (como todas las drogas, en general) es el camino al infierno más corto y sin retorno, según sostiene el presidente de la Asociación rusa de Salud Pública, profesor docente y candidato a doctor en Medicina, Andréi Diomin:
A mi modo de ver, es correcta la actitud de los países que prohíben las drogas y reprimen a sus productores y vendedores. Sin embargo, el número de potenciales consumidores de estupefacientes es enorme. Se trata de una enfermedad vitalicia: el paciente debe ser controlado incluso en momentos de remisión. Lamentablemente, gran parte de la población no lo sabe. Incluso las drogas legales, tales como el tabaco y el alcohol, pueden provocar trastornos mentales. En realidad, se trata de una enfermedad cerebral incurable. A estas alturas, la medicina no tiene remedio contra ella. La eficacia de los tratamientos de rehabilitación ronda el 3 %, lo que está dentro del marco de error estadístico.
Para analizar cuestiones tan complicadas como la legalización de las drogas, siempre es bueno verificar a quién beneficiaría la liberalización. En este caso concreto, es obvio que no a los consumidores. Andréi Grozin prosigue:
Está claro que la legalización de las drogas beneficia a los productores de ese tipo de estupefacientes. El mercado de las drogas está copado debido a la situación en Afganistán. La oferta es tan excesiva que el mercado “negro”, por el que tradicionalmente se venden las drogas, ya no puede con tanta cantidad. Solo si se amplía el mercado legal, e incluso semilegal, de marihuana y hachís, las ventas se dispararan, reportando enormes beneficios tanto a los productores, como también a todos los sectores de la economía global que les prestan servicios facilitando la producción, el transporte y el consumo de drogas. En otras palabras, la legalización de las drogas “blandas” conviene no solo a los traficantes de estupefacientes, sino también a las empresas y entidades financieras que están parasitando en este negocio ilícito sin transgredir ellas mismas los límites de la legalidad.
Los mitos que sirven para justificar la liberalización de las leyes antidrogas no resisten críticas a nivel de expertos. En realidad, la legalización de las drogas no reduce la delincuencia asociada con su consumo, no elimina el mercado negro, no debilita al crimen organizado, ni combate la propagación del SIDA. Resumiendo, las drogas no solucionan los problemas, solo los aumentan. Y si el Gobierno uruguayo piensa lo contrario, es porque no quiere ver lo obvio.
nv/kg/er

Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

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