La cera o cerilla de los oídos es uno de esos productos corporales que pocos quieren discutir en público.
En el pasado, esta sustancia llegó incluso a ser usada como bálsamo para labios y cataplasma para heridas.
Pero la cera de los oídos tiene
otras muchas cualidades. Algunos estudios recientes señalan que funciona
como un indicador de la acumulación de sustancias tóxicas en el
organismo e incluso podría ayudar a diagnosticar ciertas enfermedades.
BBC Mundo explora cinco secretos de la cerilla que tal vez muchos lectores desconozcan.
1. Cómo sale
Las células del canal auditivo son únicas porque pueden migrar.
Las células dentro del canal auditivo son únicas
en el organismo, ya que pueden migrar. "Si colocáramos una gota de
tinta junto al tímpano veríamos que poco a poco se desplaza hacia afuera
en cuestión de semanas por el movimiento de estas células", explicó
Shakeel Saeed, médico del Royal National Throat, Nose and Ear Hospital de Londres, un centro especializado en otorrinolaringología.
Si ese movimiento no tuviera lugar el canal
auditivo se taparía con células muertas producto del proceso natural de
renovación celular.
Este fenómeno impulsa hacia el exterior a la
cera y se cree que el movimiento de la mandíbula al hablar o comer ayuda
en ese proceso. La cera es producida por glándulas especiales en la
piel del canal auditivo. El nombre técnico para esta materia cerosa es
cerumen.
Saeed señala que la cerilla puede ponerse más
oscura con la edad. Los hombres, por otra parte, pueden tener más pelos
en la oreja cuando envejecen y esto puede dificultar la salida natural
de la cera.
2. Tiene propiedades antimicrobianas
La cera de los oídos contiene aceites, pero está
constituida en gran parte por queratinocitos, células epiteliales
muertas además de otras sustancias.
Entre 1.000 y 2.000 glándulas producen péptidos
antimicrobianos (un tipo de moléculas), mientras que las glándulas
sebáceas cercanas a los pelos aportan a la mezcla alcoholes, una
sustancia oleosa llamada escualeno, colesterol y triglicéridos.
La producción de cera no varía mucho entre
hombres y mujeres. Tampoco entre jóvenes o viejos. Pero un nuevo estudio
indicó que el contenido de triglicéridos sí que baja en el hemisferio
norte de noviembre a julio.
La cera también contiene lisozima, una enzima
con propiedades antibacterianas. Otros investigadores no están de
acuerdo y aseguran que la cera es un medio perfecto para la
proliferación de bacterias.
3. De dónde venimos importa
Las personas de origen asiático producen un tipo
diferente de cerumen, de acuerdo a científicos del Instituto Monell en
Philadelphia. Un pequeño cambio en el gen ABCC11 es responsable de una
cera más seca y de olores menos intensos en las axilas de individuos de
China, Japón y Corea.
El estudio del Instituto Monell midió la
concentración de 12 compuestos orgánicos volátiles en la cerillas de
individuos caucásicos y asiáticos.
En 11 de los 12 compuestos la cera de las personas blancas tenía más sustancias productoras de olores.
Kate Prigge, investigadora de Monell, explicó
que los científicos analizan el olor de la cera, como un primer paso
para determinar si ese aroma podría servir para detectar enfermedades.
El instituto estudia una enfermedad de causas
genéticas llamada enfermedad de la orina de jarabe de arce, que puede
ser diagnosticada fácilmente a través del aroma de los compuestos de la
cera. Utilizar un hisopo (copito de algodón, bastoncillo de los oídos)
para obtener una muestra de cerilla es mucho más barato que realizar un
análisis de ADN.
El doctor Prigge reconoce que su trabajo genera
reacciones de sorpresa. "Si le cuento a alguien que me dedico a estudiar
los olores corporales generalmente se ríe. Pero cuando explicamos
cuánta información puede obtenerse a partir de esos aromas la gente
entiende por qué me dedico a esto".
4. Mejor un vacío que una jeringa
Carrie Roberts tiene poco más de 40 años y desde
hace tiempo tiene un problema de cera excesiva en sus oídos. Ya su
médico retiró la cerilla en múltiples ocasiones con una jeringa. Cuando
intentó usar un remedio casero de aceites tibios acabó con los oídos
tapados.
Roberts decidió pagar por un tratamiento de
micro-succión, en el que el canal auditivo es limpiado por una especie
de mini-aspiradora.
Saeed prefiere utilizar en su hospital este
método al de la jeringa. "Con la jeringa uno va a tientas y ciegas, sin
visión directa. Si uno usa agua hay que hacer que el agua pase más allá
de la cera para que pueda expulsarla al salir".
"Si el agua no tiene por donde pasar no hay que
forzarla. No es común que se dañe el oído durante este procedimiento
pero puede suceder”.
En la micro-succión, en cambio, el especialista mira el canal auditivo a través de un microscopio.
Carrie dice que tratamiento no le causó ningún dolor y fue muy rápido.
"Se siente un poco como esos tubos de succión
que le ponen a uno en la boca cuando va al dentista, solo que en esta
ocasión se trata del oído. Para mí es mucho mejor que la jeringa ya que
fue más rápido, no me sentí mareada y no tuve usar aceites durante una
semana luego del tratamiento".
5. Puede ser un indicador de la contaminación
La cera de los oídos, como otras secreciones,
puede tener trazas de ciertas toxinas en el cuerpo, por ejemplo, de
metales pesados.
Existen también algunas enfermedades del metabolismo que afectan a la cerilla.
Uno de los hallazgos científicos más notables relacionados con esta secreción fue un tapón de cera de 24 cm en una ballena azul.
A diferencia de los seres humanos, que expulsan
su cera y sus células epiteliales muertas, estas ballenas la retienen.
Así, se registra la historia del animal al igual que los anillos en el
tronco de un árbol revelan la variación de épocas de lluvia o sequía a
lo largo de su historia.
La cera de la ballena fue analizada por Sascha
Usenko, un científico de la Universidad Baylor en Waco, Texas. Usenko y
sus colegas determinaron en base a la cera del cetáceo que en sus 12
años de vida había entrado en contacto con 16 tipos diferentes de
contaminantes como pesticidas.
La mayor exposición a sustancias tóxicas fue en
el primer año de vida, lo que sugiere que esas sustancias fueron
transferidas a la ballena durante el embarazo o a través de la leche de
su madre.
Cuando el animal llegó a la madurez sexual, la
cera muestra altos niveles de cortisona, la hormona del estrés,
resultado probablemente de la competencia con otros machos por
aparearse.



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