Vida vacía y sin rumbo

La mujer trabaja a tiempo parcial en un restaurante y asegura “no
sentirse lista aún para vivir como un miembro adulto de la sociedad”.
Las cosas marchan mal en su vida desde muy pequeña. Cuando entró a
una escuela de primaria pública se deprimió tras enterarse de que una
amiga del kínder había ingresado a una escuela privada.
A medida que fue creciendo, descubrió que otras personas tenían vidas
que ella nunca podría superar sin importar cuánto lo intentará. “Me
sentía vacía y asustada”, recuerda.
Desde que en primaria se dio cuenta de que hay gente con vidas
mejores que la suya, ha albergado ideas suicidas. “Siempre me he
preguntado cuándo sería el mejor momento para ponerle fin a mi vida”,
confiesa.
I vive sin horizontes, sin esperanza, sin ganas de aprender o crecer
como persona, como un barco a la deriva, y ha decidido no ahorrar para
su futuro como una forma de “autocastigo”.
Ser adulto implica trabajar (o al menos buscar empleo), intentar ser
productivo, contribuir a la sociedad, etc. I dice que todo eso hace que
odie más vivir. Sin embargo, se resiste a renunciar a la vida. Por eso
le pregunta a Yomiuri qué puede hacer para aceptar la vida y prepararse
para el futuro.
Pese a la desesperanza que rezuma la carta de I, el psiquiatra
Soichiro Nomura le responde: “Puedo sentir tu fuerte conciencia de
querer vivir una vida con sentido”.
Asimismo, resalta que ella tiene la mentalidad de una persona seria
que busca lidiar con sus problemas y preocupaciones, algo de lo que
tienden a carecer los jóvenes de hoy, asegura.
Nomura cree que la lucha de I por encontrarle un rumbo a su
existencia “producirá algo positivo” y que logrará prepararla para vivir
en el futuro. (ipcdigital)
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