domingo, 2 de enero de 2011

LA HISTORIA DE MOCA.

CULTURA MUNICIPAL-

LOS MUNICIPIOS. (159)
LA HISTORIA DE MOCA. (9)
Por Artegnan Pérez Méndez
MOCA.- 17. El Degüello de Moca. (Continuación) No creemos que en los años transcurridos despues de 1805, se pueda argumentar que el degüello de Moca es invención de algunos historiadores. Hay quienes se limitan a decir que el hecho histórico ha sido exagerado, pero negar el acontecimiento trágico es pura necedad.
La tragedia del templo de Nuestra Señora del Rosario de Moca, fue precedida por otra masacre ocurrida en Santiago, lo cual motivó que varios ciudadanos de la ciudad del Yaque se refugiaron en Moca, donde improvisaron una diputación presidida por el sacerdote Fray Pedro Geraldino, la cual se presentó ante Cristóbal rindiéndole pleito homenaje, a los fines de calmar la sed de sangre de las huestes bajo el mando de este cruel sanguinario haitiano, el cual ofreció protección y autorizó al cura para que continuara el ejercicio de su ministerio sacerdotal.
El Martes de carnestolendas la crueldad se cebó sobre los santiagueros. En las arcadas de la casa consistorial fueron colgados don Carlos de Rojas y don Francisco Escoto, entre otros. El Miércoles de cenizas asesinaron a Juan Reyes.
Cristóbal no perdonaba la resistencia que los santiagueros le hicieron en su invasión y por esa razón colocó a un grupo de ciudadanos encabezados por el cura, en la barranca del río Yaque y con el puñal en las manos los amenazaba y le lanzaba groseros improperios. A La llegada de un ciudadano que respondía al nombre de Campos Tavares el jefe negro cambió de actitud mandando al cura y otros, a prisión.
No obstante, el degüello de Moca, ocurre el 3 de Abril de 1805. Un ciudadano dominicano que respondía al nombre de Gaspar de Arredondo y Pichardo salió de la isla de Santo Domingo, el 28 de Abril de 1805. Se radicó en Cuba y posteriormente escribió Sus Memorias en las cuales narra espeluznantemente el degüello de Moca y de Santiago. Este señor había salido de Santiago despues del degüello, ciudad de la cual era natural y donde se encontraba al momento de la matanza de Santiago. Es evidente que no estuvo presente en Moca, al momento de ocurrir el famoso degüello de Moca, pero en las memorias que escribió estando en Cuba, nos dice: “En efecto, se acercaron y nos informaron que en Moca, el 3 de Abril de 1805, habían los negros pasado a cuchillo aquella mañana, a todo viviente, para cuyo fin, el comandante Joubert había llegado allí con tropa, dando la orden de que las mujeres de todas clases y edades se reunieran en la iglesia y los hombres en la plaza, pues todos bajo la buena fe de la capitulación celebrada con los vecinos debían obedecer a las prevenciones del Jefe que mandaba. Todos obedecieron creyendo que se iba a proclamar algún indulto o gracia a favor de ellos y el indulto fue degollarlos a todos luego que se verificó la reunión prevenida, como ovejas acorraladas. Que los negros luego que consumaron el sacrificio espantoso, sacrílego y bárbaro, abandonaron el pueblo. Que de todas las mujeres que estaban en la iglesia sólo quedaron con vida dos muchachas que estaban debajo del cadáver de la madre, de la tía o de la persona que las acompañaban; se fingieron muertas porque estaban cubiertas con la sangre que había derramado el cadáver que tenían encima; que en el presbiterio había por lo menos, 40 niños degollados y encima del altar una señora de Santiago, doña Manuela Polanco, mujer de don Francisco Campos, miembro del Consejo Departamental, que fue sacrificado el día de la invasión y colgado en los arcos de la casa consistorial, con dos o tres heridas mortales de que estaba agonizando. Que don Antonio Geraldino, don Mateo Muñoz y el capitán de aquel partido don José Lizardo, habían sido sorprendidos en su Casa y atados a sus camas las incendiaron, incluyendo en el número de las víctimas aquellas señoras hermanas de nuestro cura escapadas del degüello de Santiago; Doña Antonia David, que resistida a los torpes deseos de uno de aquellos feroces animales fue atravesada de un bayonetazo en la puerta del templo. Una de las escapadas de edad de 18 años era hija de don Antonio Salcedo, quien se había casado en segundas nupcias el mismo día de carnestolendas, en que perdió al marido sacrificado con los demás. El padre Geraldino no se sabía de él; después se supo que los negros se lo llevaron al retirarse del sitio que pusieron a la capital.”
El autor de Las Memorias a que hacemos referencia continúa expresando: “El negro Félix me informó en Baracoa (Cuba) que todos los desastres, muertes y atrocidades cometidas por los negros en las personas blancas, de ambos sexos, y en todos los pueblos por donde habían transitado en retirada de la capital, de donde fueron rechazados después de un sitio de veintitrés días que tuvieron que levantar más que de prisa. Que los altares, los archivos y hasta el reloj público lo habían reducido a cenizas echando a pie para el Guarico a todo el que no habían asesinado sin exceptuar aún a los sacerdotes, menos al cura don Juan Vásquez, a quien después de atormentarlo con crueldad en el campo santo, que estaba frente a la parroquia lo sacrificaron, y al fin, para saciar su brutal venganza lo quemaron con los escaños del coro y los confesionarios”. (Continuará)

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