domingo, 29 de junio de 2008

DEUDA PENDIENTE DE PAGO

DEUDA PENDIENTE DE PAGO
Por J. A. Peña Lebrón
Con discursos de alabanza a su memoria, o con ofrendas florales que pronto se marchitan, nunca podremos los dominicanos pagar a los expedicionarios del 14 y el 20 de Junio de 1959 la enorme deuda de gratitud que a nuestro cargo pusieron, desde el momento en que enardecidos por su amor a la Patria y a la Libertad se lanzaron a la empresa de rescatarnos de la tiranía que noe encadenaba.
Pues a 49 años de distancia de esa epopeya inmortal es difícil evocar fielmente con palabras pulidas o con reconocimientos fugaces cuánto significó para un pueblo como el nuestro, sumido en la ignominia, el pisoteado en su honor y dignidad hasta límites inimaginables, el arribo a nuestras playas y montañas de un grupo de hombres valerosos que a sabiendas del riesgo de tortura y muerte que corrían, se lanzaron sin vacilar a ofrendar sus vidas y sus ilusiones para liberarnos del sátrapa insaciable.
Hogares felices, hijos y esposas adorables, futuros promisorios, todo fue dejado atrás por aquellos en quienes el sentido del deber y el recuerdo del nativo lar despertaba energías irrefrenables, convirtiéndolos en fuerzas impulsoras de la historia nacional y de nuestro destino, y en un ejemplo insuperable de vocación por el sacrificio. Y aunque el empeño libertador no alcanzó los resultados propuestos, todos reconocemos que la sangre derramada por nuestros héroes y mártires fue la simiente germinal de nuevos proyectos gloriosos que condujeron al acto justiciero y redentor de la noche el 30 de mayor de 1961.
Ahora bien, es forzoso admitir que en estos 49 años transcurridos desde junio 1959 a la fecha, la evolución democrática de nuestro pueblo ha sido lenta y tortuosa, pues incluye episodios nefastos como el golpe de estado y una invasión militar extranjera, los cuales han entorpecido de manera lamentable el crecimiento y desarrollo de nuestra nación. Pues no hay que olvidar que de acuerdo con PROGRAMA MINIMO que sustentaban los combatientes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, ellos, aparte del propósito de liberarnos de la opresión política y el crimen, también arribaron con la intención manifiesta de liberarnos de la miseria, de la ignorancia, de la injusticia social y de la indigencia material y moral que vivíamos los dominicanos. Y ese ideal supremo de nuestros mártires todavía no se ha cumplido.
Dar cumplimiento a ese ideal, que fue la inspiración de las acciones de aquellos héroes, constituye una deuda imprescriptible, pendiente de pago, que pesa sobre la conciencia del pueblo dominicano. Quiera Dios que un día, no muy distante, podamos saldarla, dejando a un lado nuestras pasiones, ambiciones y egoísmo, para construir una Patria diferente, en la que todos sus hijos podamos vivir digna y decorosamente, bajo las banderas de la paz, la concordia, la libertad y la justicia.

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