miércoles, 13 de mayo de 2009

EL AÑO DE LAS VACAS FLACAS

Por J. A. Peña Lebrón
A mediados del cursante mes de abril el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional declaró en Washington que el 2009 sería un año horrible para la economía mundial, con una recesión profunda de la cual nadie escapa (Periódico HOY, 17-04-09). De cumplirse tan severo vaticinio, es evidente que tal situación dejará sentir sus efectos adversos en nuestro país, y que por ello es necesario tomar acciones que nos permitan atenuar sus consecuencias.
Con tal propósito debemos reconocer, ante todo, que el supuesto blindaje de nuestra economía frente a la crisis mundial de que se habló en algún momento, más que una realidad era una ilusión de nuestras autoridades superiores, y que como tal no debía crear en nuestras mentes falsas expectativas para el porvenir. Pruebas de que tal blindaje no existe son la reducción del flujo turístico extranjero y de las remesas que a sus familiares hacen los dominicanos residentes fuera de nuestro país, así como los masivos despidos de trabajadores que vienen produciéndose en las empresas de zonas francas, por contracción de la demanda exterior de los productos que tales empresas confeccionan.
Vistas así las cosas, un comportamiento razonable de la población en general y de la Administración Pública en particular, sería el de ajustar el gasto de los limitados recursos de que podamos disponer, en la satisfacción de necesidades de primer orden , evitando el dispendio banal, y en el caso del Gobierno, invirtiendo los dineros del erario en obras verdaderamente prioritarias, con efecto multiplicador, o que respondan a requerimientos ineludibles de orden social,, tales como la salud, la educación, la alimentación y la vivienda, y eludiendo realizar obras de relumbrón que crean disgusto e irritación en el ánimo de la gente.
No quiere ello decir que los seres humanos privarnos, con un celo excesivo lindante con la avaricia, de procurarnos medios de licita recreación y sano deleite, junto a nuestros familiares, para compensar los afanes y fatigas del cotidiano existir, pues nuestro propósito no es otro que el de recomendar prudencia y comedimiento ante una situación calamitosa, cuyo alcance y duración nadie pude predecir, y para la cual debemos prepararnos.
Hagamos, pues, acopio de sensatez y buen juicio, frente a los factores adversos que a todos nos tocan, en este año de las vacas flacas que de pronto se nos ha venido encima, sin que nos hayamos preparado con antelación para recibirlo, como la hiciera el faraón del antiguo Egipto, y con entereza y firme voluntad trabajemos sin darnos por vencidos, en espera de que mejores y mas claros días llegaran para nuestro pueblo.

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