Por: Orfilia Díaz Garay, M. A.
Eugenio María de Hostos, que abre nuevas perspectivas a la educación dominicana, nació el 11 de enero de 1839 en una hacienda del Río Caña en Mayagüez, Puerto Rico, y murió el 11 de agosto de 1903 en la ciudad de Santo Domingo.
Al llegar Hostos a la República Dominicana en el año 1875, queda sorprendido al observar las condiciones deplorables en que encontró la enseñanza pública, por lo que, por su experiencia acumulada comenzó a sentir un profundo malestar social empujándolo hacia la única revolución que todavía no se había hecho en el país: la revolución educativa.
Dos aspectos fundamentales tomó para llevar a cabo esta revolución educativa: organizar el incipiente sistema educativo que encontró, y fundar la primera Escuela Normal de Hombres y Mujeres, pues, pensaba que como punto de partida había que formar los educadores y educadoras que pudieran luego continuar la obra de la regeneración educativa nacional. Diversas asignaturas profesó en estas escuelas en áreas como el derecho, la pedagogía y la sociología. La ética y la moral en particular, formaron parte muy importante de sus enseñanzas y prácticas sociales. Formar hombres de conciencia era el fin supremo de la educación de Hostos.
Es importante destacar que Hostos era partidario de la educación de la mujer, basándose en el concepto de que también es miembro de la sociedad, combatiendo así la indiferencia con que las han mirado en todos los tiempos. Decía que debía educarse como es: “Un ser de conciencia y de razón, puesto que la razón no es femenina ni es masculina, es sencillamente un medio orgánico y de adquisición”. Utilizó entonces estos conceptos para fundar junto a Salomé Ureña el Instituto de Señoritas, dirigido por esta última con su lema: “Ser culta es la única forma de ser libres”. En la actualidad la mujer forma parte de la sociedad dominicana, alcanzando mayores niveles en las diferentes áreas sociales, políticas y educativas, convirtiéndose en un paradigma o ejemplo a seguir.
Hoy en día, se puede apreciar y dignificar la obra que este ilustre educador aportó a la educación dominicana con su pensamiento positivista y racional, pues, estaba convencido de que tanto la mujer como el hombre son dueños de sí mismos y no prestados; útiles en todas las actividades de su ser; para experimentar y para accionar. Consideró estos aspectos como andamiaje para adoptar una organización docente que sirviera de esqueleto al sistema y que diera comienzo a una nueva reforma en la educación dominicana. Esta reforma se inicia en el año 1879, fundó escuelas, formó maestros y maestras, y escribió textos, convirtiendo la educación en el factor más importante y decisivo de la vida nacional. El pensamiento positivista implantado por Eugenio María de Hostos vive en los actuales momentos, aún teniendo la sociedad dominicana una educación funcionalista.
Apreciados compañeros docentes para conocer a Eugenio María de Hostos les invito a realizar un largo recorrido por la historia de la educación dominicana, para apreciar su trascendencia y su incidencia como maestro, escritor y político en la misma, y al mismo tiempo reconocerlo como uno de los más destacados fundadores de la cultura dominicana y organizador del tradicional sistema educativo que encontró al llegar a República Dominicana. Asimismo, nutrirnos de sus enseñanzas pedagógicas y ponerlas en práctica con el propósito de contribuir significativamente al proceso del desarrollo de la calidad de nuestro sistema educativo que tanto necesitamos.
Extiendo también mi invitación a los diferentes sectores y clases sociales, así como también a los escritores dominicanos, hoy empeñados en la búsqueda de una mejor sociedad, para juntos promover la difusión de la obra de Eugenio María de Hostos y mantener siempre viva la luz propia con que brilló en América, especialmente en República Dominicana a la que demostró su amor y preocupación, tal como lo describe Camila Henríquez “De su corazón brotó a raudales el bien, de su inteligencia surgieron ideas y su influencia perdurará por siempre en el seno de la sociedad educativa dominicana para quien vivió y luchó”
Sin lugar a dudas se puede afirmar que las incidencias de Eugenio María de Hostos en la educación dominicana, siguen vigentes como en el primer momento en que él comienza su acción educativa en el país.
Eugenio María de Hostos, que abre nuevas perspectivas a la educación dominicana, nació el 11 de enero de 1839 en una hacienda del Río Caña en Mayagüez, Puerto Rico, y murió el 11 de agosto de 1903 en la ciudad de Santo Domingo.
Al llegar Hostos a la República Dominicana en el año 1875, queda sorprendido al observar las condiciones deplorables en que encontró la enseñanza pública, por lo que, por su experiencia acumulada comenzó a sentir un profundo malestar social empujándolo hacia la única revolución que todavía no se había hecho en el país: la revolución educativa.
Dos aspectos fundamentales tomó para llevar a cabo esta revolución educativa: organizar el incipiente sistema educativo que encontró, y fundar la primera Escuela Normal de Hombres y Mujeres, pues, pensaba que como punto de partida había que formar los educadores y educadoras que pudieran luego continuar la obra de la regeneración educativa nacional. Diversas asignaturas profesó en estas escuelas en áreas como el derecho, la pedagogía y la sociología. La ética y la moral en particular, formaron parte muy importante de sus enseñanzas y prácticas sociales. Formar hombres de conciencia era el fin supremo de la educación de Hostos.
Es importante destacar que Hostos era partidario de la educación de la mujer, basándose en el concepto de que también es miembro de la sociedad, combatiendo así la indiferencia con que las han mirado en todos los tiempos. Decía que debía educarse como es: “Un ser de conciencia y de razón, puesto que la razón no es femenina ni es masculina, es sencillamente un medio orgánico y de adquisición”. Utilizó entonces estos conceptos para fundar junto a Salomé Ureña el Instituto de Señoritas, dirigido por esta última con su lema: “Ser culta es la única forma de ser libres”. En la actualidad la mujer forma parte de la sociedad dominicana, alcanzando mayores niveles en las diferentes áreas sociales, políticas y educativas, convirtiéndose en un paradigma o ejemplo a seguir.
Hoy en día, se puede apreciar y dignificar la obra que este ilustre educador aportó a la educación dominicana con su pensamiento positivista y racional, pues, estaba convencido de que tanto la mujer como el hombre son dueños de sí mismos y no prestados; útiles en todas las actividades de su ser; para experimentar y para accionar. Consideró estos aspectos como andamiaje para adoptar una organización docente que sirviera de esqueleto al sistema y que diera comienzo a una nueva reforma en la educación dominicana. Esta reforma se inicia en el año 1879, fundó escuelas, formó maestros y maestras, y escribió textos, convirtiendo la educación en el factor más importante y decisivo de la vida nacional. El pensamiento positivista implantado por Eugenio María de Hostos vive en los actuales momentos, aún teniendo la sociedad dominicana una educación funcionalista.
Apreciados compañeros docentes para conocer a Eugenio María de Hostos les invito a realizar un largo recorrido por la historia de la educación dominicana, para apreciar su trascendencia y su incidencia como maestro, escritor y político en la misma, y al mismo tiempo reconocerlo como uno de los más destacados fundadores de la cultura dominicana y organizador del tradicional sistema educativo que encontró al llegar a República Dominicana. Asimismo, nutrirnos de sus enseñanzas pedagógicas y ponerlas en práctica con el propósito de contribuir significativamente al proceso del desarrollo de la calidad de nuestro sistema educativo que tanto necesitamos.
Extiendo también mi invitación a los diferentes sectores y clases sociales, así como también a los escritores dominicanos, hoy empeñados en la búsqueda de una mejor sociedad, para juntos promover la difusión de la obra de Eugenio María de Hostos y mantener siempre viva la luz propia con que brilló en América, especialmente en República Dominicana a la que demostró su amor y preocupación, tal como lo describe Camila Henríquez “De su corazón brotó a raudales el bien, de su inteligencia surgieron ideas y su influencia perdurará por siempre en el seno de la sociedad educativa dominicana para quien vivió y luchó”
Sin lugar a dudas se puede afirmar que las incidencias de Eugenio María de Hostos en la educación dominicana, siguen vigentes como en el primer momento en que él comienza su acción educativa en el país.
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