Por: Lic. Amable Guzmán
La periodista Nuria Piera, presentó en su programa semanal, lo que ella vio en Haití, cinco meses después del terremoto, que sacudiera al país más pobre del continente Americano, donde realmente se aprecian imágenes desgarradoras, que no deben ser propias de seres humanos. Tal parece que las cumbres y las noticias de soluciones, que han recorrido el mundo, no han tenido efecto de solución para lo visto por la veterana periodista.
Se han improvisado una serie de carpas en las calles de alto trafico, donde se alojan aquellas personas que perdieron sus casas por el movimiento telúrico, donde el hacinamiento, la falta de servicios sanitarios, agua, energía eléctrica, no son parte de estos improvisados hogares; mientras abundan grandes males sociales, que dan sabores amargos a la vida de aquellas personas con sensibilidad humana.
Parecen cuadros de una imaginación, que se confunden con los gritos, tanto de los actores como de los espectadores. La triste historia de aquellos niños, que marcan la frontera para entrar a la pubertad y que perdieron sus padres en la tragedia, se han apandillado en grupos delincuenciales, siendo ellos el gran temor de los demás, porque hasta llegan a matar a otra persona por quitarle algo, que pueda convertirlo en dinero, con el cual subsisten.
Mientras el siguiente cuadro de una madre de veinticuatro años, acostada en el suelo, con apenas los pantis puestos, dándole el seno a un bebe, mientras ella espera por alguien, que le ofrezca entre uno o dos dólares para tener sexo con ella; porque es la única manera que tiene de producir y seguir viviendo. Una vida que tiene tantos riesgos ante las condiciones de enfermedades infectocontagiosas, las cuales pueden llevarla a una muerte segura a ella, sus parejas y su bebe.
Lleno de un sentimiento de tristeza, por el contenido de las imágenes presentadas, donde tantos aspectos negativos se presentan en un grupo de personas, que ven los caminos cerrados, solamente ven abierto el de la muerte; como el caso de un padre que ve a su hija acercarse a la muerte, por no tener comida para ofrecerle.
No se puede hablar de vecinos solidarios, ya que como hemos expresado anteriormente, cada uno tiene su pesada carga de pobreza y pertenecen a cuadros de miseria, dolor, enfermedades, carencia de trabajo, delincuencia, prostitución, falta de medicina, agua potable, comida entre otras como la educación, esta ultima aplicada podría en un futuro minimizar en parte el problema.
Cientos de personas ubicadas en este lugar, sin la más mínima condición de higiene, donde la realidad del reportaje expresa, que las necesidades fisiológicas de todos los que allí viven, las realizan en fundas y luego las heces fecales son lanzadas al otro lado de la verja. Sabiendo cualquier persona, que de esta acción se desprenderán otras enfermedades, que se unirán a las ya existentes.
Es recomendable que a diario hagamos un ejercicio íntimo con nosotros mismos y ver como vivimos y dejar de quejarnos, quizás porque en un momento puede faltarnos una pequeña cosa y mostramos un comportamiento de orgullo, egoísmo y falta de sensibilidad por nuestros semejantes. Tratar de inventariarnos y ver que tenemos demasiado frente a la realidad que hemos titulado “Haití después del terremoto”.
Una de nuestras misiones, es crear una cortina de sentimiento por nuestros hermanos, sin importar nacionalidad, credo, raza, color; tomando como línea de trabajo la vida por los seres humanos.
E-mail: amable_guzman@hotmail.com
La periodista Nuria Piera, presentó en su programa semanal, lo que ella vio en Haití, cinco meses después del terremoto, que sacudiera al país más pobre del continente Americano, donde realmente se aprecian imágenes desgarradoras, que no deben ser propias de seres humanos. Tal parece que las cumbres y las noticias de soluciones, que han recorrido el mundo, no han tenido efecto de solución para lo visto por la veterana periodista.
Se han improvisado una serie de carpas en las calles de alto trafico, donde se alojan aquellas personas que perdieron sus casas por el movimiento telúrico, donde el hacinamiento, la falta de servicios sanitarios, agua, energía eléctrica, no son parte de estos improvisados hogares; mientras abundan grandes males sociales, que dan sabores amargos a la vida de aquellas personas con sensibilidad humana.
Parecen cuadros de una imaginación, que se confunden con los gritos, tanto de los actores como de los espectadores. La triste historia de aquellos niños, que marcan la frontera para entrar a la pubertad y que perdieron sus padres en la tragedia, se han apandillado en grupos delincuenciales, siendo ellos el gran temor de los demás, porque hasta llegan a matar a otra persona por quitarle algo, que pueda convertirlo en dinero, con el cual subsisten.
Mientras el siguiente cuadro de una madre de veinticuatro años, acostada en el suelo, con apenas los pantis puestos, dándole el seno a un bebe, mientras ella espera por alguien, que le ofrezca entre uno o dos dólares para tener sexo con ella; porque es la única manera que tiene de producir y seguir viviendo. Una vida que tiene tantos riesgos ante las condiciones de enfermedades infectocontagiosas, las cuales pueden llevarla a una muerte segura a ella, sus parejas y su bebe.
Lleno de un sentimiento de tristeza, por el contenido de las imágenes presentadas, donde tantos aspectos negativos se presentan en un grupo de personas, que ven los caminos cerrados, solamente ven abierto el de la muerte; como el caso de un padre que ve a su hija acercarse a la muerte, por no tener comida para ofrecerle.
No se puede hablar de vecinos solidarios, ya que como hemos expresado anteriormente, cada uno tiene su pesada carga de pobreza y pertenecen a cuadros de miseria, dolor, enfermedades, carencia de trabajo, delincuencia, prostitución, falta de medicina, agua potable, comida entre otras como la educación, esta ultima aplicada podría en un futuro minimizar en parte el problema.
Cientos de personas ubicadas en este lugar, sin la más mínima condición de higiene, donde la realidad del reportaje expresa, que las necesidades fisiológicas de todos los que allí viven, las realizan en fundas y luego las heces fecales son lanzadas al otro lado de la verja. Sabiendo cualquier persona, que de esta acción se desprenderán otras enfermedades, que se unirán a las ya existentes.
Es recomendable que a diario hagamos un ejercicio íntimo con nosotros mismos y ver como vivimos y dejar de quejarnos, quizás porque en un momento puede faltarnos una pequeña cosa y mostramos un comportamiento de orgullo, egoísmo y falta de sensibilidad por nuestros semejantes. Tratar de inventariarnos y ver que tenemos demasiado frente a la realidad que hemos titulado “Haití después del terremoto”.
Una de nuestras misiones, es crear una cortina de sentimiento por nuestros hermanos, sin importar nacionalidad, credo, raza, color; tomando como línea de trabajo la vida por los seres humanos.
E-mail: amable_guzman@hotmail.com
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