Por José Guillermo López.
Me ha dado con escribir de temas políticos y al plantear mi parecer entiendo que aclaro ciertas cosas a todos. No importa de cual color sea el lector.
El país tomará un descanso a partir del 12, porque de ahí en adelante se unifican las elecciones, es decir que ya escucharemos las quejas de que todavía no nos reponemos de las elecciones del 10 y entramos en los aprestos del 12.
Pasaron las elecciones e inmediatamente estamos entrando en otras. Paciencia a los acérrimos enemigos de la política que en dos años eso queda subsanado.
La historia no da brincos y los procesos sociopolíticos se dan a una lentitud a veces no deseada.
De éstas, a quienes no ganaron le quedan, muchas veces el sabor amargo y muchas interrogantes de su resultado.
Quienes obtuvieron causas gananciosas, todavía algunos ni lo creen, o están inconformes porque entienden que debieron sacar mejores números.
Han venido análisis, hasta injuriosos, de todos los litorales políticos en contra de sus militantes y dirigentes.
Hemos visto que cada cual que hace análisis tiene sus culpables favoritos, siendo casi imposible la objetividad, porque ya se sabe que la imparcialidad no existe. Se puede ser objetivo aun siendo parcial ya que la objetividad es hija de la verdad. Pero en política parece que hay otro código y los parciales aplastan la objetividad a base de generar falsedades porque es la única forma como tratan de explicar resultados no deseados.
La mayor carga social la tiene la dirigencia porque a la misma se le piden resultados, se le piden explicaciones y a veces se la obliga a hacer lo imposible.
Cada día la dirigencia de los partidos va perdiendo su capacidad de dirigir porque toma mas fuerza la dirigencia mediática, la gente ve televisión, lee periódicos y revistas, escucha radio y se va formando su propio criterio de los fenómenos, lo que se contrapone en ocasiones con lo que la dirigencia ordena o sugiere.
Por esa razón, el político que obtiene mas triunfo es el que combina las sugerencias con la percepción de la gente y si lo hace acompañar de recursos, el triunfo es seguro.
De manera pues que estas elecciones que pasaron recientemente nos dejan muchas lecturas, nos enseñan cosas, con la desventajas que esas cosas solo se dieron una vez y para procesos futuros a lo mejor ya no son válidas.
Las que vienen, son elecciones presidenciales y después no habrá de medio término porque en el 16 vendrán fusionadas lo que significa escenarios de arrastres en medio de un crecimiento de los poderes locales, no existentes antes de 1996; se ve como un fenómeno nuevo en la historiografía política de la nación.
Dicho de otra manera, lo que aprendimos de estas elecciones quizás no nos sirva de gran cosa para las que vienen, primero porque son presidenciales y segundo porque posiblemente los votantes que se movilicen, siguiendo la tendencia, serán menos.
Si la percepción de pensar en el destino prima, las próximas elecciones serán un paseo.
Me ha dado con escribir de temas políticos y al plantear mi parecer entiendo que aclaro ciertas cosas a todos. No importa de cual color sea el lector.
El país tomará un descanso a partir del 12, porque de ahí en adelante se unifican las elecciones, es decir que ya escucharemos las quejas de que todavía no nos reponemos de las elecciones del 10 y entramos en los aprestos del 12.
Pasaron las elecciones e inmediatamente estamos entrando en otras. Paciencia a los acérrimos enemigos de la política que en dos años eso queda subsanado.
La historia no da brincos y los procesos sociopolíticos se dan a una lentitud a veces no deseada.
De éstas, a quienes no ganaron le quedan, muchas veces el sabor amargo y muchas interrogantes de su resultado.
Quienes obtuvieron causas gananciosas, todavía algunos ni lo creen, o están inconformes porque entienden que debieron sacar mejores números.
Han venido análisis, hasta injuriosos, de todos los litorales políticos en contra de sus militantes y dirigentes.
Hemos visto que cada cual que hace análisis tiene sus culpables favoritos, siendo casi imposible la objetividad, porque ya se sabe que la imparcialidad no existe. Se puede ser objetivo aun siendo parcial ya que la objetividad es hija de la verdad. Pero en política parece que hay otro código y los parciales aplastan la objetividad a base de generar falsedades porque es la única forma como tratan de explicar resultados no deseados.
La mayor carga social la tiene la dirigencia porque a la misma se le piden resultados, se le piden explicaciones y a veces se la obliga a hacer lo imposible.
Cada día la dirigencia de los partidos va perdiendo su capacidad de dirigir porque toma mas fuerza la dirigencia mediática, la gente ve televisión, lee periódicos y revistas, escucha radio y se va formando su propio criterio de los fenómenos, lo que se contrapone en ocasiones con lo que la dirigencia ordena o sugiere.
Por esa razón, el político que obtiene mas triunfo es el que combina las sugerencias con la percepción de la gente y si lo hace acompañar de recursos, el triunfo es seguro.
De manera pues que estas elecciones que pasaron recientemente nos dejan muchas lecturas, nos enseñan cosas, con la desventajas que esas cosas solo se dieron una vez y para procesos futuros a lo mejor ya no son válidas.
Las que vienen, son elecciones presidenciales y después no habrá de medio término porque en el 16 vendrán fusionadas lo que significa escenarios de arrastres en medio de un crecimiento de los poderes locales, no existentes antes de 1996; se ve como un fenómeno nuevo en la historiografía política de la nación.
Dicho de otra manera, lo que aprendimos de estas elecciones quizás no nos sirva de gran cosa para las que vienen, primero porque son presidenciales y segundo porque posiblemente los votantes que se movilicen, siguiendo la tendencia, serán menos.
Si la percepción de pensar en el destino prima, las próximas elecciones serán un paseo.
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