Cuando se inauguró el edificio
más alto del mundo en 2010, sus dueños le cambiaron el nombre a último
momento. De Burj Dubai (Torre Dubai) pasó a llamarse Burj Khalifa (Torre
Khalifa) en honor a la familia real de Abu Dabi, que le había dado a
Dubai un rescate financiero de US$20.000 millones.
La inauguración de este edificio de 828 metros
de alto, que cuenta con un hotel Armani, 900 apartamentos de lujo y 37
pisos de oficinas, tuvo lugar pocas semanas después de que se desatara
una crisis financiera en este emirato árabe.
Hoy día, el hotel está casi siempre
completamente ocupado por visitantes, mayoritariamente de los países
ricos del Golfo Pérsico.
Cientos de turistas pagan más de US$100 para disfrutar de las increíbles vistas del desierto desde el piso 124.
Y, a pesar de la publicitada caída del precio de
las propiedades en Dubai, casi el 80% de los departamentos de lujo en
la torre están ocupados y el valor de los mismos se incrementó en un 10%
en el último año.
Sin embargo, las oficinas no tuvieron la misma suerte.
Emaar, la agencia inmobiliaria, no dio cifras
oficiales. Pero los expertos dicen que si bien todas fueron vendidas
durante los años de la burbuja inmobiliaria, antes de que acabase la
construcción de la torre, casi dos tercios de las oficinas -unos 20
pisos- están desocupados.
Cuestión de imagen
Una de las razones es el precio de la renta,
que, de acuerdo a Alan Robertson, director ejecutivo para Medio Oriente
de la Agencia de Bienes Raíces Jones Lang LaSalle, "es el doble que el
de una propiedad de las mismas características a 50 metros de
distancia".
"El Burj Khalifa es un ícono global y tiene una dirección prestigiosa y fantástica. No obstante, esa no es la clase de imagen que quiere proyectar una corporación multinacional hoy día"
Alan Robertson, de la Agencia de Bienes Raíces Jones Lang LaSalle
Debido al diseño de la torre, el espacio para
las oficinas es limitado, añade. Una compañía grande necesitaría varios
pisos, y eso es complicado porque cada piso pertenece a un dueño
diferente.
Además, Robertson cree que para algunas firmas
internacionales, como es el caso de los grandes bancos, no es
conveniente tener sus oficinas en este edificio.
"El Burj Khalifa es un ícono global y tiene una
dirección prestigiosa y fantástica. No obstante, esa no es la clase de
imagen que quiere proyectar una corporación multinacional hoy día",
argumenta Robertson.
"Quieren dar una imagen de racionalidad y sobriedad".
Algunos dueños se contentan con retener el
espacio de oficinas aunque no tengan inquilinos, como una inversión a
largo plazo o porque saben que no tienen posibilidades de recuperar lo
que invirtieron.
Otros están tratando de vender sus pisos. El mes
pasado, un dueño anónimo puso su oficina en una subasta en Estados
Unidos por un valor inicial de US$5,5 millones.
Según el Grupo LFC, encargado de la venta, se espera que el año entrante salgan más oficinas de la torre al mercado.
Sin embargo, es poco probable que los detalles de estas operaciones, si es que tienen lugar, se hagan públicos.
"Estamos hablando de transacciones cuyos actores
principales no quieren que se den a conocer los pormenores. Es muy
posible que los resultados nunca lleguen a saberse", explica William
Lange, director ejecutivo del Grupo LFC.
Iguales y a mitad de precio
El problema de hallar inquilinos para las oficinas desocupadas no es exclusivo del Burj Khalifa.
Cerca del 35% del espacio diseñado para oficinas en Dubai está vacío, según el informe más reciente de Jones Lang LaSalle.
Esta cifra, dice la empresa, esconde una
disparidad: en algunas partes de Dubai la demanda de esta clase de
espacios es elevada, mientras que otras partes no logran atraer
inquilinos o compradores.
"En los mejores sitios, los espacios mejor
diseñados y de mejor calidad se están empezando a ocupar. No sobran
tantos como se podría pensar", explica Robertson.
"Hay una cantidad razonable de oficinas medianas
y un número enorme de oficinas y espacios de mala calidad. Éstas son
las que continuarán teniendo dificultades para ocuparse".
A unos pocos metros del Burj Khalifa hay uno de estos inmuebles a los que se refiere Robertson.
Durante el boom de la construcción, los
agentes inmobiliarios prometían que Dubai tendría un distrito
financiero y residencial "a la escala de Manhattan", con más de 80
torres.
Cuando se desató la crisis, a fines de 2009, la construcción comenzó a frenarse y en algunos casos se detuvo por completo.
Pero según el Grupo Propiedades de Dubai, la
confianza está regresando a los mercados y eso significa que se retomará
el trabajo en los megaproyectos suspendidos por la crisis, incluyendo
las obras en el distrito conocido como Business Bay.
El informe más reciente del Banco de América Merrill Lynch también es optimista.
Predice que la población de Dubai podría
duplicarse en la próxima década con la creación de nuevos trabajos, y
eso generaría un aumento en la demanda de propiedades comerciales y
residenciales.
Sin embargo, esto no tendría impacto en el Burj Khalifa, según dice Robertson, de Jones Lang LaSalle.
"Esta torre interesa a un tipo específico de
empresa", explica. "Atrae a la clase de compañía que quiere mostrarle al
resto que su oficina está allí"
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