Podría parecer grosero analizar
una imagen tan eterna de la Navidad como la estrella de Belén, pero ya
lleva décadas un discreto debate astronómico al respecto. ¿Habrá sido un
verdadero acontecimiento cósmico lo que guió a los tres reyes magos en
su viaje en busca de un niño recién nacido?
Este discusión requiere aceptar una suposición muy grande: que la historia de la estrella y el viaje son ciertas.
El profesor David Hughes, astrónomo
de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, publicó su primera
reseña de las teorías sobre la famosa estrella en la década de 1970.
Después de años estudiando las explicaciones
astronómicas y revisando las historias bíblicas asociadas, ahora es un
experto y ha dado con algunos paralelismos históricos fascinantes.
Los tres reyes eran eruditos religiosos
conocidos como magos: reverenciados astrónomos y astrólogos babilonios.
Estudiaban los planetas y estrellas, interpretando el significado detrás
de los sucesos cósmicos.
Quiénes eran los tres reyes magos
- Se cree que los tres reyes magos eran sabios persas capaces de leer las estrellas
- En España y otros países de habla hispana son una parte muy celebrada de la Navidad. Los Reyes Magos -y no Papá Noel- son quienes tienen la tarea de llevar regalos a todos los niños en la Epifanía, el 6 de enero. Tradicionalmente, los niños envían sus listas de deseos a los reyes. También se dice a los niños que si se portan mal recibirán carbón en vez de regalos. El carbón dulce comestible se consigue en tiendas
- La gente deja sus zapatos en la sala y a la mañana siguiente encuentran sus regalos al lado. También es tradicional dejar algo de comida y agua para los reyes y sus camellos
- La noche del 5 de enero se realiza un desfile de los tres reyes magos en las principales ciudades españolas. Se les ve montando sus camellos y arrojando dulces a la multitud.
Cualquier cosa poco común era considerada un
presagio, así que la estrella debe haber sido tanto rara como
visualmente espectacular. Y según Hughes, habría tenido un mensaje muy
claro para los magos.
Esto ha llevado a Hughes a concluir que probablemente la estrella de Belén no era una estrella, sino un conjunto de fenómenos.
"Si lees cuidadosamente la Biblia", dice, "los
magos vieron algo cuando estaban en su propio país (probablemente
Babilonia) y viajaron a Jerusalén, donde conversaron con el rey
Herodes".
Triple conjunción
Según la historia, le hablaron a Herodes de la
señal que habían visto y, afirma Hughes, "cuando dejaron Jerusalén hacia
Belén, volvieron a ver algo".
La mejor explicación del astrónomo británico es
algo conocido como una triple conjunción entre Júpiter y Saturno: ambos
planetas acercándose en el cielo tres veces durante un corto periodo.
"(Esto ocurre cuando) hay una alineación entre el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno", afirma Hughes.
Leyendo las estrellas
Por: Helen Jacobus, del University College, Londres
La tradición de eventos celestiales reflejados en eventos terrenales se originó en Mesopotamia hace más de 3.000 años.
Los astrónomos y astrólogos reportaban presagios al rey; cualquier cosa fuera de lo común: tal vez la luna pasando frente a un planeta o un eclipse lunar. Su trabajo era interpretar el significado de estos fenómenos.
También había una élite de adivinos de Babilonia que creaban cartas de natividad. Registraban las posiciones de los planetas, el Sol, la Luna y otros datos astronómicos al momento del nacimiento de un bebé, para poder hacer predicciones sobre su vida.
Hace unos 2.000 años, los griegos convirtieron esto en la clase de horóscopo que reconocemos hoy en día, trazando los signos del zodiaco bajo los cuales salen el Sol y la Luna, así como los planetas que salieron en el este en cualquier época.
Algunos creen que los sabios de Oriente o "magos" de la natividad eran astrólogos de Mesopotamia y que la estrella que salió en el este era el horóscopo que predecía el nacimiento de un rey.
De ser así, estaban leyendo una carta astral en reversa; tenían la predicción y trataban de encontrar al niño que había nacido en ese preciso momento.
La tradición de eventos celestiales reflejados en eventos terrenales se originó en Mesopotamia hace más de 3.000 años.
Los astrónomos y astrólogos reportaban presagios al rey; cualquier cosa fuera de lo común: tal vez la luna pasando frente a un planeta o un eclipse lunar. Su trabajo era interpretar el significado de estos fenómenos.
También había una élite de adivinos de Babilonia que creaban cartas de natividad. Registraban las posiciones de los planetas, el Sol, la Luna y otros datos astronómicos al momento del nacimiento de un bebé, para poder hacer predicciones sobre su vida.
Hace unos 2.000 años, los griegos convirtieron esto en la clase de horóscopo que reconocemos hoy en día, trazando los signos del zodiaco bajo los cuales salen el Sol y la Luna, así como los planetas que salieron en el este en cualquier época.
Algunos creen que los sabios de Oriente o "magos" de la natividad eran astrólogos de Mesopotamia y que la estrella que salió en el este era el horóscopo que predecía el nacimiento de un rey.
De ser así, estaban leyendo una carta astral en reversa; tenían la predicción y trataban de encontrar al niño que había nacido en ese preciso momento.
Tim O'Brien, director asociado del Observatorio
Jodrell Bank en Cheshire, Inglaterra, sugiere que debe haber sido una
visión llamativa. "Es notable cuánto puede atraer tu atención que se
junten dos objetos muy brillantes en el firmamento".
Y una vez que los planetas alinearon sus
órbitas, la Tierra "se adelantaría" a los otros, es decir, Júpiter y
Saturno aparecerían cambiando de dirección en el cielo nocturno.
"En esa época, la gente daba gran importancia al movimiento de los planetas", explica O'Brien.
Más significativo aún, se cree que ocurrió en la constelación Piscis, que representa uno de los signos zodiacales.
"Una triple conjunción como esta sólo se da cada
900 años", indica, así que para los astrónomos de Babilonia hace 2.000
años debe haber sido una señal de algo muy importante.
Cometa
La segunda explicación favorita es un cometa muy brillante.
Aunque ciertamente tiene una apariencia
espectacular y etérea, los cometas son esencialmente "grandes bolas de
nieve sucias" que vuelan por el espacio.
"Cuando se acercan al Sol, se derrite su hielo;
el viento solar sopla este material hacia el espacio, por lo que se ve
la cola salir del cometa" explica O'Brien.
Esta cola, que apunta lejos del Sol, es una de las cosas que hizo popular la idea del cometa, agrega Hughes.
"Unas cuantas personas han dicho que los cometas
parecen 'sobrepasar' a la Tierra, debido a su núcleo y cola que a veces
parece una flecha", comenta.
El registro más oportuno fue de un brillante
cometa que apareció en la constelación de Capricornio el año 5 antes de
Cristo, del cual dejaron constancia astrónomos chinos.
Quienes favorecen esta teoría puntualizan que se
habría visto hacia el sur de Jerusalén, con la cabeza cerca al
horizonte y la cola hacia arriba.
Un candidato menos probable pero más famoso fue el cometa Halley, visible el año 12 a.C.
"A mucha gente le gustó la idea del cometa, por eso figura en tantas tarjetas de Navidad", señala Hughes.
"El problema es que no son tan raros. También se
les solía asociar con condenación, muerte, enfermedades y desastres",
sugiere. "Si contenía un mensaje, habría sido un mal presagio".
Nova
Otra teoría es que la estrella era luz del nacimiento de una nueva estrella o nova.
Hay registros -también de astrónomos del Lejano
Oriente- de una nueva estrella en la pequeña constelación norteña de
Aquila, en 4 a.C.
Hughes dice: "Quienes prefieren esta teoría afirman que esta nueva estrella estaba directamente sobre Jerusalén".
El doctor Robert Cockcroft, administrador del
Planetario McCallion en la Universidad de McMaster, en Ontario, señala
que una nova es "una buena candidata" para la estrella de Belén.
"Puede 'parecer' una nueva estrella en una constelación y desvanecerse en los meses siguientes", explica.
"Tampoco es demasiado brillante, lo cual explica
por qué no tenemos registros de ella en Occidente". Cockcroft sugiere
que esto también podría haber dado a los tres reyes magos algo que
seguir.
Mientras que se hubiera necesitado de otros
"presagios" para causar el viaje de los magos al oeste, a Jerusalén,
dice, les habría tomado meses llegar y "para entonces Aquila (y la nueva
estrella) podría haber salido en el cielo para aparecer en el sur.
"Belén queda al sur de Jerusalén, de modo que los magos podían 'seguir' a la estrella hasta Belén".
Se han propuesto otras teorías más improbables pero divertidas a lo largo de los años, añade Hughes.
Una que describe como particularmente
descabellada fue sugerida en 1979, en un documento académico del
astrónomo George Banos: la estrella de Navidad era el planeta Urano.
Banos daba a entender que los magos descubrieron
el planeta 1.800 años antes que el astrónomo William Herschel
registrara formalmente el hallazgo, en 1781.
"Su idea era que descubrieron Urano, que era la
estrella de Belén y entonces trataron de encubrir su descubrimiento"
explica Hughes.
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