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La Voz de Rusia
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En el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) debe impulsarse un momento de irenismo y no de odio.
Es
un tiempo convulso y fragmentado, el que se vive en lo interno de la
organización. El enfrentamiento entre los sectores que pugnan por su
poder ha sido brutal y desproporcionado. Se han roto las reglas del
juego que deben imperar en el debate político, por lo que la lógica y el
razonamiento no tienen espacio. Solo las bases que son soberanas serán
las que tendrán la última palabra.
En
el siglo XIX, el partido rojo, o baecista, entró en franca decadencia
en la década de 1860: su líder estaba viejo, en el exilio y los líderes
principales del partido habían envejecido, sin que el mismo fuese
renovado, por lo que fue reduciendo sus cauces internos, dando paso al
partido azul del general Luperón. Este se convirtió en partido único,
siendo el presidente Ulises Heureaux quien en su Gobierno nombró a
algunos de sus principales dirigentes y de este modo se eclipsó para
siempre el partido baecista, convirtiéndose el partido azul en partido
único.
El
26 de julio del año 1899, se produce un tiranicidio, el asesinato de
Lilis (apodo con que se le llamaba al presidente Ulises Heureaux) y con
él se inicia la liquidación del partido azul que de ser una plataforma
democrática bajo el liderazgo de Luperón se convirtió en el instrumento
político electoral del dictador.
Tras
las elecciones del año 1930 que condujeron al poder al presidente
general Rafael Leónidas Trujillo Molina, este también aplastó todo
vestigio de los partidos políticos opositores: el Partido Nacional, de
Horacio Vásquez, el Partido Progresista, de Federico Velásquez, y fundó
el 2 de agosto de 1931 el Partido Dominicano que le sirvió como
instrumento partidista, para legitimar por medio de elecciones cada
cuatro años, los gobiernos surgidos con él a la cabeza o un títere
designado como presidente de la República.
En
diciembre del año 1961, fue disuelto el Partido Dominicano y
confiscados todos sus bienes después de la muerte del general Trujillo,
el 30 de mayo del año 1961.
El
Partido Reformista, conocido como el partido colorado, dominó el
escenario electoral dominicano desde el año 1966, cuando ganó sus
primeras elecciones, hasta el año 1994 cuando ganó sus últimos comicios
los cuales fueron cuestionados y obligaron a acortar el periodo dos años
al doctor Joaquín Balaguer, fundador, presidente y líder. Hoy está
convertido en una mínima expresión electoral, es aliado del Partido de
la Liberación Dominicana y le llaman partido Bisagra, cuando en realidad
desde el año 1996 perdió su identidad y sus portentosas fuerzas
electorales. Se comporta como un feto papiráceo, por lo que en término
práctico finalizó su existencia como partido mayoritario de la República
Dominicana.
El
Partido Revolucionario Dominicano es el partido de más larga data que
ha existido en la República Dominicana, con setenta y cuatro años de
existencia, que cumplirá el próximo 21 de enero de los corrientes. Este
partido ha enfrentado grandes crisis internas, algunas han desbordado
las capacidades del manejo gerencial y fracturado los niveles de
convivencia interna de manera tan severa, produciéndose divisiones
importantes, por ejemplo, en el año 1973 se produce la ruptura en la que
su líder y fundador, el profesor Juan Bosch, decide formar tienda
aparte y se marcha para fundar el Partido de la Liberación Dominicana
(PLD).
Tras
las elecciones del año 1986, en la que el candidato presidencial fue el
licenciado Jacobo Majluta Azar, y su derrota fue achacada a la falta de
apoyo al gobierno perredeísta que encabezada el doctor Salvador Jorge
Blanco, y las rivalidades internas con el entonces, secretario general
del PRD, el doctor José Francisco Peña Gómez y el licenciado Jacobo
Majluta Azar, este abandonó el PRD y formó el Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
La
última partida de un líder importante, fue la del licenciado Hatuey
Decamps Jiménez, quien siendo presidente del Partido Revolucionario
Dominicano, enfrentó los aprestos reeleccionistas del presidente
Hipólito Mejía, quien tenía una mayoría aplastante en todos los
organismos del partido, y auspició la expulsión del PRD. Hatuey a su
salida del PRD funda el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD)
el cual ha ido mejorando su desempeño electoral.
La última convención celebrada en el 6 de marzo del 2012, produjo desavenencias que todavía no se han solucionado, y después de las elecciones celebradas el 20 de mayo del 2012, se han recrudecido las contradicciones de los grupos rivales, produciéndose una fragmentación del aparato institucional: el presidente en Funciones, el doctor Andrés Bautista; el secretario general, el doctor Orlando Jorge Mera; la secretaria de organización, la licenciada Geanilda Vargas; el secretario de Asuntos Electorales, el ingeniero César Sánchez y una corte de vicepresidentes y subsecretarios generales, trazaron la raya de Pizarro con respecto a la facción que encabeza el presidente del partido, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado quien amparado en la institucionalidad que dice representar a producido una serie de medidas disciplinarias, como la expulsión del ingeniero Hipólito Mejía, expresidente de la República, y al doctor Andrés Bautista, así como la suspensión por dos años del secretario general y la secretaria de la organización, lo que plantea una crisis de ribetes extraordinarios.
La última convención celebrada en el 6 de marzo del 2012, produjo desavenencias que todavía no se han solucionado, y después de las elecciones celebradas el 20 de mayo del 2012, se han recrudecido las contradicciones de los grupos rivales, produciéndose una fragmentación del aparato institucional: el presidente en Funciones, el doctor Andrés Bautista; el secretario general, el doctor Orlando Jorge Mera; la secretaria de organización, la licenciada Geanilda Vargas; el secretario de Asuntos Electorales, el ingeniero César Sánchez y una corte de vicepresidentes y subsecretarios generales, trazaron la raya de Pizarro con respecto a la facción que encabeza el presidente del partido, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado quien amparado en la institucionalidad que dice representar a producido una serie de medidas disciplinarias, como la expulsión del ingeniero Hipólito Mejía, expresidente de la República, y al doctor Andrés Bautista, así como la suspensión por dos años del secretario general y la secretaria de la organización, lo que plantea una crisis de ribetes extraordinarios.
Debemos
decir que, para las sanciones y expulsiones definitivas, deben ser
reconocidas primero por la Comisión Política y luego por el Comité
Ejecutivo Nacional. No se puede saltar ningún estamento, no es ocioso
recordar que el Tribunal Disciplinario es un órgano, no un organismo,
por lo que los sancionados todavía no están expulsados ni sancionados.
Esta es una propuesta del Tribunal Disciplinario, que puede ser aprobada
o rechazada, esos son los mecanismos, razones por las cuales los
compañeros pueden asistir a todas las reuniones de los organismos de los
cuales forman parte.
Deseo
terminar este artículo con la reflexión que hace G. E. Lessing, “Acerca
de la verdad”: “Si Dios tuviera encerrada en su mano derecha toda la
verdad y en la izquierda el único impulso que mueve a ella, y me dijera:
¡Elige!, yo caería, aun en el supuesto de que me equivocara siempre y
eternamente en la mano izquierda y le diría: ¡Dámela, Padre! La verdad
pura es únicamente para ti”.
En
política no hay verdades absolutas, siempre relativas y sujetas a la
lucha de intereses; si la razón de ser de un partido es el poder, porque
profundizar una crisis que alejaría al PRD del poder por un espacio de
tiempo dilatado, por lo que pido, que entre las partes impere la razón y
el amor por el partido, no es aconsejable seguir un debate ríspido que
daña groseramente la imagen del partido, el cual debe ser el instrumento
para la lucha opositora del pueblo dominicano, y que fue el más votado
como partido en las últimas elecciones presidenciales.
Líderes
del PRD, mirense en el espejo de la historia, los partidos son para
construir la democracia como instrumento de libertad, bienestar social y
prosperidad de los pueblos, sus actitudes distan del temple patriótico
que deben poseer los líderes políticos a quienes se les confía la suerte
de la mayoría.
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