jueves, 14 de febrero de 2013

El catolicismo abandona Europa

© Fotо: SXC.hu
El catolicismo abandona Europa
En la última misa que ofició el papa Benedicto XVI instó a los católicos a recordar que la fe sin acciones concretas es igual que un árbol sin frutos. Quizás sea “la voz que clama en el desierto” –tal como ven muchos expertos a la Europa secular “postcristiana”. 
La renuncia de Benedicto ha sido una gran sorpresa no sólo para el rebaño y la curia, sino también para los especialistas. El propio papa motivó semejante paso a problemas de salud. Los expertos razonan sobre la crisis de la Iglesia Católica. Originariamente veían en Benedicto a un hombre que aunque sea contendría la creciente secularización de Europa. Pero no fue así. En los últimos ocho años los europeos no volvieron al seno de la Iglesia Católica.
Es más, Benedicto XVI resultó ser mucho menos popular que su predecesor Juan Pablo II (a quien precisamente acusaban de coquetear con los valores liberales). La mayoría europea, por lo visto, no llegó a escuchar al teólogo alemán conservador. Por lo demás, es muy probable que él mismo no haya encontrado las palabras necesarias. En general, la crisis del catolicismo europeo se hizo evidente con la renuncia de Benedicto, y fue en tal grado que el jefe del Departamento de la Unidad Cristiana, el Cardenal Kurt Koch, hizo una declaración bastante audaz: “el futuro de la Iglesia Católica no está en Europa”. Según el prelado, si tuviera que optar entre los europeos y los no europeos, a condición de que ellos fueran igualmente dignos al trono, escogería como nuevo Papa a un representante de África o de América Latina.
El especialista en religiones y traductor Yuri Tabak supone que se trata de un tribuno a la corrección política: 
Se trata del cumplimiento de ciertas normas nuevas del mundo contemporáneo. La opción no se hará de forma eurocentrista. Se hará tal como lo necesita la iglesia. Sin duda, hay una crisis: los escándalos relacionados con la pedofilia, que literalmente conmovieron la iglesia varios años; el tema de los contraceptivos que contradicen la lucha contra la difusión del SIDA. No se puede compaginar la prohibición de los contraceptivos y el desvelo por la salud de millones de católicos, particularmente africanos; el celibato entre los sacerdotes. Muchos de ellos exigen la abolición de la prohibición medieval. Incluso existe una asociación, que comprende a más de ochenta mil exsacerdotes casados, que demandan reformas religiosas. Las tendencias protestantes son muy fuertes, incluso en la patria de Benedicto XVI. Los obispos alemanes son unos de los más liberales en el mundo católico. Al propio Papa se le acusa incluso de muchos pecados. 
Hace mucho que se habla de la asunción al Trono Papal de un candidato negro, se lo hizo aún en el anterior cónclave de 2005, y esto no tiene nada de extraordinario, lo más probable es que sea el reflejo de las tendencias objetivas que se perfilan en la Iglesia Católica. El carácter secular de la mayoría de los países, en los que el catolicismo está difundido, lanza nuevos retos a la Iglesia Católica. Teniendo conciencia de que, en virtud de razones objetivas, no está en condiciones de resolver esos problemas, Benedicto pudo haberse decidido a ceder ese derecho a su sucesor. Yuri Tabak añade: 
La iglesia como instituto religioso tiene un problema común, que concierne a todas las confesiones. Por su esencia, la iglesia está llamada a preservar los valores conservadores, a mantener la continuidad con el pasado. La iglesia no debe “darse prisa” detrás de la vida de la sociedad, debe conservar intacto lo mejor que hubo en el pasado, ciertas normas éticas tradicionales, llevarlas en si como un tesoro. Al propio tiempo, no debe convertirse en un gueto, en el que los valores “se secan” y se convierten en ciertas reliquias. Debe ir delante de la sociedad, conducirla y enseñarle. Ahora se puede reconocer, al menos, que eso a la Iglesia Católica no le resulta muy bien. 
Y, en este sentido, muchos expertos contemplan la renuncia de Benedicto XVI como una buena señal. Se trata de un viraje que marca época y que puede ejercer una influencia enorme sobre los creyentes. El secretario general de la Confederación de Obispos Católicos de Rusia, Ígor Kovalevski, dice: 
El hecho de que el futuro de la iglesia católica no está en Europa se debe, sobre todo, a la situación demográfica en el mundo, a la cantidad de católicos. Realmente la mayoría de los católicos no vive en Europa (igual que la mayor parte de la población del mundo). Quiero subrayar que ante todo no son europeos. En segundo lugar, la crisis de la iglesia no tiene un significado exclusivamente negativo. La crisis es la posibilidad de reconsiderar la situación, la posibilidad de cambios. La crisis siempre acarrea algunas consecuencias favorables para el desarrollo de la situación. 
La mayoría de los analistas coincide en que la Iglesia Católica necesita a un dirigente que compagine la experiencia pastoral y la administrativa. Pero esto no es lo principal. Más importante es que el nuevo Papa sea relativamente joven y que tenga carisma, que sea capaz de captar las simpatías de una amplia opinión pública. Si se observan estas condiciones, su nacionalidad y ciudadanía serán un asunto privado, a la vez que el cristianismo en Europa obtendrá la posibilidad de una nueva vida.
mj/kg/sn (La Voz de Rusia)
Autor: Serguei Duz

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