El 9 de noviembre de 1989 ha
quedado grabado en la Historia como el día que cayó el Muro de Berlín.
¿Pero fue en realidad una oración masiva que tuvo lugar exactamente un
mes antes lo que hizo inevitable el fin del muro?
Ignorando amenazas de muerte y un inmenso
operativo policial, miles de personas se reunieron el 9 de octubre en la
iglesia de San Nicolás, en la ciudad de Leipzig, Alemania Oriental,
para rezar por la paz.
Luego, la congregación se unió a una multitud estimada en 70.000 personas para protestar en contra del régimen comunista.
Fue la mayor demostración espontánea jamás vista
en Alemania Oriental, pero no se trató de una turba conformada en
minutos, sino de la culminación de años de rezos semanales organizados
por Christian Führer, el pastor de San Nicolás.
¿Pero cómo hizo esta iglesia para terminar jugando un rol político tan prominente bajo un régimen ateo?
Todo empezó en 1982, cuando desilusionado por el
Muro de Berlín -la defectuosa y concreta línea de la Guerra Fría de
aquellos años- y el represivo régimen de Alemania Oriental, el religioso
Führer comenzó a organizar oraciones por la paz cada lunes por la
tarde.
En muchas ocasiones solo acudieron una docena de
personas, ya que el gobierno desalentaba fervientemente cualquier
participación de sus ciudadanos en actividades religiosas, pero las
oraciones continuaron cada lunes sin interrupción.
Refugio
En 1985 el pastor Fürher puso un aviso afuera de
la iglesia: "Abierta para todos". Ese gesto estuvo cargado de
simbolismo ya que el lugar se convirtió en el único espacio en Alemania
Oriental donde la gente podía hablar de temas que no podían ser
discutidos en público.
Jóvenes, cristianos y ateos empezaron a buscar
refugio allí y la convocatoria aumentó considerablemente a medida que se
corría el rumor de las oraciones de la paz.
En el verano boreal de 1989 comenzó a notarse una gran diferencia, como recordó el pastor en una entrevista con la BBC en 2009.
"El 8 de mayo de 1989 las autoridades pusieron
barricadas en las calles que iban a la iglesia con el objetivo de alejar
a la gente, pero tuvo el efecto contrario y nuestra congregación
creció. Había golpizas y arrestos de manifestantes en protestas que
tenían lugar en Leipzig, Berlín y Dresden".
Para ese momento, las oraciones en San Nicolás
habían sido imitadas en protestas políticas pacíficas en Leipzig y otras
ciudades que se volvieron conocidas como las Demostraciones de los
Lunes.
Por años, las reuniones habían sido ignoradas
por las autoridades, debido a lo escaso de la asistencia. Pero cuando el
número de participantes creció, tanto el pastor como sus seguidores
fueron amenazados y presionados para terminar con las reuniones, pero
ellos no cedieron.
Ciudad sitiada
"Funcionarios de la Alemania Oriental luego dijeron que estaban preparados para todo, todo menos velas y oraciones"
Christian Führer, pastor de la iglesia de San Nicolás
Todo se complicó el 7 de octubre de 1989, el aniversario de las primeras cuatro décadas de la República Democrática Alemana.
"Hubo cientos de arrestos en la multitud que se
reunía frente a San Nicolás. Erich Honecker (el líder comunista de la
Alemania Oriental) declaró que la iglesia debía ser cerrada. La policía
usó la fuerza fruta en contra de los manifestantes y muchos de ellos
fueron golpeados", recordaba Führer.
Un artículo apareció entonces en un periódico
local anunciando que la contrarevolución debía ser reprimida el lunes 9
de octubre "por cualquier medio posible".
La gente que asistía a las oraciones temió un
baño de sangre, con el recuerdo aún presente de la masacre china de la
Plaza de Tiananmen ocurrida ese verano.
"La iglesia fue visitada por doctores que nos
dijeron que se habían dispuesto habitaciones en los hospitales para
recibir heridos de bala, así que estábamos absolutamente aterrorizados
de lo que podía ocurrir".
El 9 de octubre de 1989, cuando los habitantes
de Leipzig regresaban a su casa del trabajo, vieron la ciudad ocupada
por soldados y policías, incrementando la sensación de mal presagio.
Leanna, un miembro del grupo Mujeres por la Paz
que ayudaba con la organización de las oraciones, le contó a la BBC cómo
ella había sido acosada desde hace tiempo por la policía y el nivel de
ansiedad que tenían los manifestantes ese día.
"La sensación dominante esa jornada era el miedo".
"Yo había perdido la custodia de mis hijos por
un tiempo y ellos incluso me habían amenazado con poner a mi hija menor
en un internado de niños. Los documentos oficiales decían que no era
apta como madre porque estaba involucrada con grupos extremistas",
recordaba Leanna.
"Somos el pueblo"
Más de 8.000 personas se congregaron en el
interior de la Iglesia de San Nicolás, incluyendo miembros de la temida
Stasi (la policía secreta) que habían sido enviados a ocuparla.
Otras iglesias de Leipzig abrieron sus puertas
para acomodar a otros manifestantes. Unas 70.000 personas se habían
movilizado en la ciudad.
Luego de una hora de misa en San Nicolás, el pastor Fürher guió a la gente hacia la salida.
La plaza cercana, Augustusplatz, estaba ocupada
por manifestantes que sostenían velas. Lentamente, la gente comenzó a
marchar alrededor de la ciudad, pasando por los cuarteles de la Stasi y
cantando "nosotros somos el pueblo" y "no a la violencia", acompañados
por miles de policías anti-disturbios preparados para intervenir.
La tensión era palpable, pero en un momento decisivo, la policía se hizo a un lado y dejó a la gente marchar.
"No atacaron. No tenían ningún motivo por qué
hacerlo. Funcionarios de la Alemania Oriental luego dijeron que estaban
preparados para todo, todo menos velas y oraciones", relató el pastor.
El veterano editor diplomático de la BBC Brian
Hanrahan cubrió aquella manifestación y secretamente la filmó.
Recordando los hechos 20 años después, él decía que había escuchado
varios rumores de como funcionarios comunistas locales habían alcanzado
un acuerdo de último minuto, desafiando a Honecker y dejando que la
marcha continuara, al darse cuenta cuán cerca estaba Leipzig de vivir
una masacre.
"Era necesario un gran coraje personal para enfrentar a un gobierno conocido por ser despiadado", opinaba el periodista.
A minutos de la masacre
"Había un presentimiento de que ese día podía
terminar en un baño de sangre. Luego supe lo cerca que eso estuvo de
ocurrir, una masacre evitada por minutos", decía Hanrahan.
Ese sería un momento bisagra. El hecho de que no
fueran reprimidos con violencia hizo que el movimiento de protesta
perdiera su miedo. La represa se había agrietado.
La filmación de la marcha fue ampliamente difundida, lo que inspiró demostraciones los lunes en todo Alemania Oriental.
Unas 120.000 personas tomaron las calles el
siguiente lunes. Erich Honecker renunció dos días después. La disidencia
se volvió cada vez más fuerte, con 300.000 manifestantes el 23 de
octubre.
Exactamente un mes después de los eventos del 9
de octubre, el Muro de Berlín cayó en medio de escenas de júbilo que
fueron seguidas por todo el mundo.
Ese fue uno de los tantos eventos históricos del
año que vio caer la Cortina de Hierro, el fin de la Guerra Fría y por
último la reunificación alemana el 3 de octubre de 1990.
La voluntad de la gente había triunfado gracias a protestas pacíficas.
"Dictaduras ateas"
El pastor Führer estaba seguro que el Muro no hubiese caído sino hubiera sido por lo ocurrido en Leipzig.
"Los eventos que tuvieron lugar en Leipzig no tenían parangón en ningún otro lugar".
"La gente que llegó a manifestarse el 9 de
octubre provenía de toda Alemania Oriental. Sin Leipzig, el Muro de
Berlín no hubiese caído, ni menos aún se hubiera producido la
reunificación alemana".
"Sin la iglesia todo hubiese sido como otras revoluciones anteriores, sangriento y fallido"
Christian Führer, pastor de la iglesia de San Nicolás
"Lo que más me movilizó fue el hecho de que la
gente que había crecido en dos dictaduras ateas, primero los nazis y
luego los regímenes comunistas, fuera capaz de condensar el mensaje de
Jesús en dos palabras: no violencia. Sin la iglesia todo hubiese sido
como otras revoluciones anteriores, sangriento y fallido", opinaba el
pastor.
El historiador alemán Jens Schöne cree que,
aunque la importancia de las oraciones no puede ser subestimada, había
otros factores cruciales en juego.
"Las oraciones semanales y las demostraciones
mostraron que la gente estaba harta del sistema y quería cambios
fundamentales, pero en mi opinión hubo una cadena de eventos, que
tuvieron influencia unos sobre otros, y que terminaron con la caída del
Muro, incluyendo los refugiados en las distintas embajadas y los eventos
de Dresden, Berlín y Leipzig".
"La llegada de Gorvachev como líder soviético también fue muy importante para el fin de la Guerra Fría", opina el historiador.
El doctor Todd Weir, experto en Historia Europea
Moderna en la Universidad de Queen en Belfast, quien estudió en
Alemania Oriental en 1988, añadió la erosión del poder en ese país como
factor fundamental.
"La incapacidad del Estado par aprevenir el
éxodo de alemanes orientales a través de las embajadas de Praga y
Budapest en el verano de 1989 fue crucial".
Pero para Brian Hanrahan, no se puede restar mérito a la importancia que tuvo la noche del 9 de octubre.
Hablando en 2009, el periodista resumía el
impacto de la protesta: "Honecker renunció en menos de una semana, el
Muro cayó en un mes, derribados por la valentía de los manifestantes de
Leipzig".
El pastor Führer, que continuó al frente de San
Nicolás hasta su retiro en 2009, opinaba que las acciones emprendidas
por su iglesia no estuvieron orientadas a aumentar el número de la
congregación.
"Lo hicimos porque la iglesia tenía que hacerlo".
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