
© Foto: www.nasa.gov
A la Tierra le espera en un futuro próximo un nuevo período glacial. Así lo advierte el Laboratorio Nacional Británico Rutherford Appleton. Los expertos afirman que la actividad solar ha bajado sensiblemente. Una situación similar se observó en el siglo XVII, cuando fríos extremos azotaban a Europa.
El Sol está perdiendo su actividad. La
cantidad de eyecciones de plasma, en comparación con los informes de los
últimos cien años, han disminuido tan bruscamente que los científicos
supusieron el inicio de un nuevo período “soñoliento” en el Sol. Y
mientras el Sol dormite en la Tierra se iniciará una época de fríos
anómalos. Esto ha sucedido más de una vez. Pero si de los cambios
climáticos ocurridos hace decenas y centenas de miles de años solo
podemos juzgar por las prospecciones geológicas, pues el último período
glacial conocido como Mínimo de Maunder, nombre que recibe el período
comprendido entre los años 1645 y 1715, es testificado por dibujos y
fuentes escritas que llegaron hasta nuestros días. En los cuadros del
pintor holandés Abraham Hondius se aprecia perfectamente como el Támesis
se congeló hasta el fondo. Situaciones similares ocurrían con el Volga y
el mar Báltico. Los anales registraron terribles pestilencias y hambre
en la antigua Rusia, debido a que los sembrados eran devastados por las
terribles heladas. Ahora la actividad solar cae impetuosamente al nivel
de aquellos años, lo que permite a los expertos hablar de una repetición
de la catástrofe. Pero aún es prematuro juzgar sobre cuán profundamente
se dormirá el astro rey. Durante los años de observaciones en la
actividad solar se revelaron varios ciclos diferentes por su intensidad y
duración, y es menester comprender qué ciclo llegará ahora, señala el
vicedirector del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de
Rusia, Arkadi Tishkov:
–Tanto en el cosmos como en
la Tierra todos los cambios tienen un carácter cíclico. En la actividad
solar se manifiestan claramente ciclos de 10-12 años, hay otros de
treinta y cien años, y hasta de miles y cientos de miles de años. La
naturaleza posee cierta inercia y por eso reacciona a estas variaciones.
Y toda vez somos testigos de cambios de la circulación atmosférica que
actúan de forma indirecta sobre el régimen de temperatura, sobre las
precipitaciones, sobre el traslado de las masas de aire de unos a otros
lugares del planeta. A ello se deben los cambios de la temperatura del
océano, aunque sea por décimas de grados, pero esto puede influir en la
evaporación y en las condiciones de la existencia de los territorios
costeros.
Al propio tiempo, los partidarios de la
teoría del calentamiento global insisten en que el Sol influye sobre el
clima de nuestro planeta mucho menos que la actividad del hombre. Como
consecuencia de la gran cantidad de emisiones de gas carbónico y demás
gases de efecto invernadero la temperatura media se eleva, se derriten
los glaciares y las islas desaparecen bajo las aguas, subraya el
director del Programa Climático del Fondo Mundial para la Naturaleza
(WWF), Alexéi Kokorin:
–Si el Sol fuera el único
factor que influye sobre la Tierra, pues sí iríamos hacia un
enfriamiento. Pero todas estas oscilaciones solares parecieran apagarse
unas a otras: dos o tres décadas de frío y dos o tres décadas de calor. Y
la influencia antropógena a través de la intensificación del efecto
invernadero actúa de modo permanente. Por eso si hablamos el siglo XXI
en general, pues se observa un calentamiento incondicional con un fuerte
desequilibrio del sistema climático y un aumento del número de
fenómenos peligrosos.
¿Pero qué observamos hoy en
día? Las cataratas del Niágara se congelaron por vez primera en cien
años. En Tailandia la temperatura descendió a tres grados centígrados
sobre cero, cosa que no ocurría hace unos treinta años, mientras que en
Yakutia descendió a cincuenta y dos grados bajo cero. Está claro que
ésta es una zona de congelación perpetua, pero fríos tan prolongados ya
es demasiado. Y si bien los científicos del Instituto de Geografía no
pronostican una congelación global del planeta, sí recomiendan
prepararse para las temperaturas invernales. No solo por la actividad
solar se puede juzgar de la llegada del período frío, sino también por
el comportamiento de los glaciares, apunta Arkadi Tishkov:
–Incluso
en el período de máximo calentamiento el régimen de temperatura de
algunas regiones era inverso. En algunas zonas de Chukotka, en el
Cáucaso, en el Elbrús, en el noroeste de Siberia no se observaron
tendencias al calentamiento. Y ahora de regreso del calentamiento al
enfriamiento hay que esperar un descenso de las temperaturas medias por
los anómalos fríos invernales.
En general la
tendencia al calentamiento global por la influencia perniciosa del
hombre sobre el entorno no excluye el descenso de las temperaturas por
la disminución de la actividad solar y viceversa. Estos procesos se
desarrollan en diferentes planos. No se excluye que se nivelan
recíprocamente. Y es posible que uno prepondere sobre el otro. Lo
importante es otra cosa. Cuando los fríos arrecian el hombre se abriga
mejor y esperará la llegada del calor. Pero la contaminación de la
atmósfera será fatal para la vida en la Tierra.
mj/kg
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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