domingo, 25 de diciembre de 2016

LAS DEVASTACIONES DE NOVIEMBRE


Por J. A. Peña Lebrón
Nuestro compueblano Mariano García, En su libro ''El Imperio Mocano”, recoge el relato que el investigador José C. Novas hace sobre un fenómeno meteorológico ocurrido a principios del
mes de septiembre del año 1908, durante el gobierno del PresidenteRam6n Cáceres. Este fenómeno, al que el imaginario popular se refirió muchos años después con el apelativo de. "La Aniega”, también es mencionado por el doctor Joaquín Balaguer en su obra "Los Carpinteros”. Viene al caso esta evocación de un suceso que tuvo lugar hace más de un siglo, por la semejanza que sus efectos tienen con lo ocurrido en nuestro país en el mes de noviembre de este año 2016, como consecuencia de las lluvias extraordinarias que sobre nuestro territorio se precipitaron por semanas, llevando desolación y muerte a muchas de nuestras provincias. Ese relato del ayer distante lo transcribe Mariano García del modo siguiente:
“Un primer acontecimiento inició el 6 de septiembre de 1908, con el paso del temporal San Severo, un poderoso huracán con características estacionarias sobre la isla de Santo Domingo, que dejó caer lluvias torrenciales de forma continua por 7 días, y produjo inundaciones, murieron decenas de personas y quedo destruida la agricultura y la ganadería. Se dedicaron grandes esfuerzos para recuperar la normalidad, y las autoridades debieron emplearse a fondo para acudir en auxilio de las zonas afectadas. Tuvo el paso del temporal San Severo para los dominicanos
las características de la leyenda bíblica del diluvio universal".
Por su parte el Dr. Balaguer alude al caso del siguiente modo:
“Primero fue la tormenta "La Aniega", o tormenta de San Severo, que inundó toda la Línea Noroeste y dispersó en esa región, convertida hasta el día anterior en una olla de grillos, las guerrillas que mantenían a. la gente pacífica de aquellas llanadas en constante zozobra.
Durante semana as enteras permanecieron las tierras inundadas. Las familias abandonaron los hogares y una gran parte del ganado pereció arrastrado por los ríos salidos de madre".
Ante un fenómeno tan poco frecuente por lo riguroso, se entiende por cual razón nuestros abuelos en sus conversaciones familiares hicieran mención del mismo con cierto temor reverente,
que la tradici6n oral fue adornando con elementos accesorios que hicieran más atractivo el relato.
En estos días finales del año 2016, las devastaciones ocurridas por las lluvias caídas en las provincias Espaillat, Puerto Plata, La Vega, Montecristi, María Trinidad Sánchez y otras, que arroparen centenares de miles de tareas de plantaciones de plátanos, bananos, arroz y otros frutos, y destruyeron o averiaron seriamente puentes, carreteras s y otras vías de comunicación; en adición a las viviendas y edificaciones afectadas por la correrte de ríos y cañadas fuera de cauce; todo ello nos pone a reflexionar no en el relato bíblico del diluvio, sino en las consecuencias lamentables del cambio climático que se viene produciendo, como fruto del poco cuidado que hemos puesto para la conservación de nuestro hábitat planetario.
Ante los hechos cumplidos solo nos queda reconocer la presteza provinciales mostrada por el Gobierno Central y las autoridades provinciales y municipales al acudir en auxilio de las personas y comunidades afectadas, algunas en forma bien severa, como lo fue el - poblado de Villa Isabela, en la provincia de Puerto Plata, inundada totalmente por dos arroyos de mínimo caudal ordinario, pero que embravecidos por los torrenciales aguaceros arrastraron puentes y viviendas, y causaron la muerte de cinco personas.

También son dignos de aprecio los gestos de solidaridad de personas y entidades privadas, que han reunido y aportando fondos con que aliviar la desventura de las víctimas de la catástrofe, dando muestras de la solidaridad que alberga el corazón de los dominicanos ante el sufrimiento del prójimo. Confiamos en que tal acción positiva da Gobierno y entidades públicas y privadas continúen sin desmayo hasta lograr la total recuperación de quienes sufren en carne propia por tan pesarosa situación. 

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