sábado, 7 de septiembre de 2019

ISIDRO SILVA CABREJA: UN ICONO DE HONESTIDAD



Por Juan Pablo Acosta García
 Llegué a Moca en 1976 y a pocos días tuve el honor de conocer a Isidro en las labores del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP), después transformado en Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), del cual aún soy miembro activo. Isidro, para la época, muy marcado por la desaparición física de su hermano Amelio, siempre tenía en su alma el recurso del perdón. Hoy hemos visto con asombro su partida física y nos preguntamos, ¿por qué Isidro? La pregunta es retórica, pues sabemos que todos partiremos al encuentro con el Eterno en más o menos tiempo. Sin embargo, no es fácil aceptar la muerte de un amigo tan sincero como Isidro. De un ser humano tan noble y tan honesto. Isidro constituye uno de esos seres humanos que cualquier persona querría tener entre sus amigos, guías o mentores.

Tras su partida hemos quedado desolados, pues él era el sol que nos alumbraba, el guía que nos guiaba hacia el norte. El vacío que deja Isidro hoy entre sus más cercanos y entre sus amigos es imposible de llenar. No se puede describir con palabras. Gran trabajador social, fue fundador de múltiples instituciones sociales en esta ciudad, entre las que destaca la Unión Dominicana de Periodistas por la Paz, Inc. (UDPP), cuyos éxitos nacionales e internacionales son tangibles. Invitamos al Concejo de Ediles local a que, cuanto antes, inicie los trámites para que el nombre de Isidro le sea puesto a una calle o a una plaza, no porque él tuviera necesidad de ello, sino para que las futuras generaciones de ciudadanos conozcan quien fue este extraordinario hombre, cuyas ideas siempre trascendieron las fronteras de la mocanidad y surcaron allende los mares del universo.
Los que conocíamos a Isidro sabemos que él no necesita de estas palabras, pero los que no lo conocieron sí las necesitan. Isidro fue un cristiano comprometido con la doctrina de Cristo, no al estilo de los que viven de ella, sino de los que se consagran a regar su semilla sobre tierra fértil.  Esa semilla fue regada siempre sobre el más fértil de los terrenos y por consiguiente siempre se multiplicó para bien de la humanidad y sobre todo, de su patria chica. Hoy no es dolor lo que sentimos por su partida, sino un vacío que sabemos no será llenado por ningún otro ser.  Su partida nos hace reflexionar sobre el tiempo de nuestra estadía en la tierra, pues recordemos que la muerte es como el ladrón que acecha y roba en cualquier momento. Isidro fue un hombre de una rectitud incólume. De una formación ética insuperable. De una convicción moral sin dobleces. Ser amigo de una persona de sus condiciones es simplemente un privilegio tan grande que muchas veces nos hace ricos aun en la más abyecta de las pobrezas materiales.
La Tierra ha perdido un gran hijo, pero el cielo ha ganado un buen santo. No sé quién dijo eso o si fui yo el primero. ¡Qué importa! Isidro murió tal y como vivió: pobre de dinero, pero muy rico de honestidad. Siempre respetó las ideas de los demás, aun cuando no fueran compartidas por él. Siempre estaba presente en todos los momentos históricos y sociales de su pueblo.  Luchó siempre por los mejores intereses de la sociedad en la que le tocó vivir sin pedir nada a cambio. Isidro es un símbolo de este pueblo. Un ícono de la sociedad dominicana. Sin Isidro aquí, la lucha será distinta, pero sus ideales nos darán toda la fuerza necesaria para seguir desarrollando sus ideales en provecho de una sociedad que demanda cada día más hombres y mujeres del temple de nuestro hermano Isidro Silva Cabreja. Ve en paz hermano, pronto seguiremos juntos la lucha que iniciamos en el principio de los tiempos. Guíanos desde el cielo para continuar sembrando tu semilla en terrenos fértiles para que broten hijos dignos de tu valía. Descansa en paz Isidro.     

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