jueves, 2 de enero de 2020

Recomendaciones para elaborar el informe de un auditor fiscal


Por Leo Cuevas
Objetivo, imparcial y positivo
Estas características permiten comunicar las ideas de forma más asertiva, puesto que cuando se redactan informes en los que queda la impresión de que se están formulando acusaciones contra determinados empleados, estos documentos no son bien recibidos; de ahí la importancia de prestar especial atención al lenguaje con el que se redactan.
Por ejemplo, en lugar de decir “el gerente no presentó la documentación solicitada”, sería más asertivo señalar que “la documentación no estaba disponible en la fecha señalada”. De esta forma se evita hacer acusaciones.
Incluir la cuantificación monetaria de los hallazgos
Al redactar los hallazgos encontrados en términos monetarios se logra atrapar la atención del usuario de la información. De esa forma quien lea el informe puede dimensionar de forma adecuada la magnitud de la situación encontrada. Por ejemplo, podría ser útil incluir información acerca del monto por el que las utilidades, el patrimonio o los impuestos resultan afectados como consecuencia de la incorrección encontrada. Podría ser necesario también referirse al riesgo reputacional que corre la entidad, o las posibles implicaciones legales que podría traerle determinada decisión.
Soportar los hallazgos con evidencia
Cualquier afirmación realizada en el informe debe estar respaldada con los papeles de trabajo correspondientes, puesto que puede ocurrir que quienes consulten los informes requieran ampliar la información o exigir explicaciones sobre determinadas aseveraciones. Por lo mismo, ningún hallazgo del que no se tengan soportes debe incluirse en el informe.
Oportunidades de mejora
“cada hallazgo o situación que requiera ser comunicada tendrá un valor agregado si se presenta junto a la recomendación sobre cómo mejorarlo, o reducir sus efectos”
El propósito más importante de la labor del revisor fiscal es prevenir daños, o en su defecto contribuir a corregir las desviaciones detectadas. Por consiguiente, cada hallazgo o situación que requiera ser comunicada tendrá un valor agregado si se presenta junto a la recomendación sobre cómo mejorarlo, o reducir sus efectos. Para esto el auditor fiscal debe señalar las acciones específicas que buscarán impactar las causas de las incorrecciones, y no sus consecuencias. En todo caso, no debe olvidarse que la labor del auditor fiscal no es coadministrar, y por tanto sus sugerencias deben redactarse en un lenguaje de sugerencia y no en uno imperativo.
El resultado de todos los puntos anteriores solo puede ser la consecuencia de haber aplicado una adecuada planeación, evaluación de riesgos y obtención de evidencia; por ello el auditor fiscal debe permanecer atento a todas las etapas de su trabajo.

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