Sección Pedagógica
Por Antonio Utate
Tener
vocación, bien formado en principios, civismo, urbanismo, etiqueta y protocolo,
en valores humanos y cristianos, éticos, morales y en cortesía.
Poseer
una sólida formación profesional en ciencias de la Educación y mantenerse en
constante actualización. A través de diplomados, especialización, maestría, doctorado,
cursos, talleres, seminarios, congresos y conferencias.
Demostrar
con amor, vivir y disfrutar lo que realiza, demostrando que es un maestro en el
centro educativo y en cualquier espacio donde le corresponda interactuar, por
ser el segundo padre y madre. Además, debe ser un ejemplo a seguir en la
sociedad.
Ser
el investigador por excelencia, porque es a él que le corresponde guiar la
formación de los demás científicos, tomando como fuente las estadísticas de su
centro educativo, para desarrollar investigaciones que contribuyan con la
ciencia de la educación, vía artículos científicos, libros, ensayos, charlas,
conferencias y otros.
Ser
líder pro-activo y previsor del conflicto, antes de demostrar que es un
excelente solucionador del mismo. Ser analítico y crítico,
al comparar los avances en otras latitudes con igual o mayor rendimiento en las
distintas áreas del currículo y otras áreas de la educación.
Ser
un artista en el desempeño de cuantas estrategias, métodos, técnicas y
motivaciones le sean posible, con el propósito de lograr con eficiencia los
aprendizajes.
Hacer
de la lectura una cultura, para poder entenderse técnica y científicamente entre
los mejores, porque a mayor conocimiento, mayor intelectualidad y mayores
oportunidades de volar bien alto como Juan Salvador Gaviota.
Conocedor
y manejador de la tecnología, la comunicación y dominar varios idiomas,
porque así lo demanda la geopolítica, la eliminación de las fronteras físicas e
idiomáticas.
Ser
humano y justo al evaluar el rendimiento académico de sus estudiantes, para que
jamás lo confundan con el comportamiento conductual y evitar así los conflictos
innecesarios.
Ser
creativo, innovador, integrador, negociador, afectuoso, padre, amigo y diagnosticador,
para poder facilitar el aprendizaje con calidad, amo, pero con disciplina y
respeto.
Ser
un misionero y visionario de su rol, pero para esto nunca deberás resistirse a
los cambios que se van operando como consecuencia de los avances de la ciencia.
Maestro
tened siempre presente que el receso en el centro educativo no es para él, sino
para sus estudiantes, por lo tanto, es su tarea observar el desenvolvimiento de
estos y tomar cuántas medidas sean pertinentes y, a su debido tiempo. Además, pensar
muy bien antes de actuar.
Respetuoso
de las creencias y culturas que puedan poseer sus estudiantes y ser un animador
constante de sus talentos e inducirlos también al éxito.
Olvidarse
del conformismo y ser un constante aspirante a los ascensos de funciones
mediante concursos de oposición nacional e internacionalmente. Su meta debe ser
la de dejar huellas positivas.
Ser
un conocedor de las normativas existentes en materia educativa, no solo para
cumplir con el deber y exigir los derechos, sino, para con justicia aplicar las
medidas establecidas.
Hoy hay que desaprender para aprender; entender
que la ciencia va a velocidad vertiginosa y que no se puede detener ni por un
instante, porque ya no se enseña, no eres el centro de la clase, las
operaciones aritméticas están en la calculadora del celular, que vamos hacia la
desaparición del lápiz, cuaderno, libro, pizarra y aula física.
El
maestro de este tiempo debe comprender que no debe ofender verbal, psicológica,
ni físicamente a los estudiantes y respetar la Ley 136-03 sobre niños, niñas y
adolescentes, así como el Manual de Convivencia Escolar.
Es
preciso que el maestro aproveche la oportunidad de atraer a los padres al
centro educativo y así mutuamente conocer, observar, dialogar y diagnosticar, para lograr juntos los objetivos en
común de educar y guiar el proceso de aprendizaje en el hogar y la escuela.
El
maestro de hoy deja de ser un especialista de un área del curriculum, para
convertirse en el especialista de la comunicación digital, de lenguas extranjeras,
sociología, psicología, pedagogía y de una amplia cultura general, por la facilidad
que permite la tecnología y el internet.
El
maestro de hoy debe descender al nivel del niño, para crecer con él jugando,
corriendo, bailando, aprendiendo y, sobre todo, amándolo, acariciándolo y
soñando como lo dijo Jesús: “dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos
es el reino de los cielos”.
Maestro
tus armas hoy son los libros, la pedagogía, la tecnología, los valores, el amor
por los niños y la satisfacción del deber cumplido, para con los que en el
mañana aspiran a ser como tú.
Cuando
los profesionales en el mañana sonrían de felicidad, habrán entendido el gran
papel que desempeñaron los maestros en favor de la cultura y la sociedad.
¡Oh,
Padre Celestial!, dale al maestro la sabiduría de Salomón y la paciencia de Job,
para que pueda guiar con humanismo, amor, ternura y afecto a las criaturas que
buscan en él su sabiduría.
Maestro
haz que tu centro educativo sin entrar en competencia sea el mejor, reconocido
por su ejemplo en la aplicación de proyectos, rendimiento académico, promoción,
docentes capacitados, enamorados de sus tareas, buscadores de los padres, para
en equipo lograr los éxitos de sus hijos y en felicidad disfrutar con alegría, en
convivencia escolar y familiar.
Recuerda
maestro, Napoleón Bonaparte decía que la “educación de un niño comienza veinte
años antes de su nacimiento, con la educación de sus padres”.
Facilite
al maestro la sabiduría de Salomón y la paciencia de Job, para que facilite
mayor conocimiento y con paciencia a los jóvenes inquietos y ávidos de ideas
verdaderos a los estudiantes.
Los
ojos del maestro deberían ser como los del águila, para que pueda observar en
lo más profundo del cerebro de sus estudiantes, los que estos piensan de la tarea
que realiza y los oídos, deberían ser biónicos, para que pueda escuchar la
intensidad de los latidos del corazón de ellos, al lograr sus aprendizajes.
Maestro,
la falta de: planificación, dinamismos, realización de acciones pasivas, desmotivación
y de actividades mal dirigidas producen indisciplinas que al castigarlas
injustamente, causan conflictos, agresividad y malestares con sus respectivas
consecuencias funestas, para el proceso de aprendizaje.
Maestros,
ustedes son, después de los padres de sus estudiantes, los artistas favoritos
de ellos, razón más que valedera para que se cohíban de cometer errores, ni
frente, ni a escondidas de ellos.
Poned
en práctica estos perfiles y le prometo que será un éxito y no tendrán que “reparar
hombres rotos”, ni construir cárceles modelos y los hombres serán más libres;
no habrá delincuentes, habrá más paz, progreso y trabajo.
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