|
Foto: http://ru.wikipedia.org/
|
El estado es el eje central de la lucha entre los sectores dominantes y los sectores excluidos del poder, cada uno pertrechado desde la trinchera del partidismo político y los antros del poder fáctico de la sociedad civil.
![América Latina: el fracaso del sistema presidencialista América Latina: el fracaso del sistema presidencialista](http://m.ruvr.ru/data/2012/12/06/1281309841/224px-Latin_America_%28orthographic_projection%29.svg.png)
La
globalización ha propiciado la posibilidad de este fenómeno sociológico,
que determina la composición del nuevo eje de poder del estado.
Actualmente, los responsables de poner o quitar un gobierno son los
mercados, la estabilidad macroeconómica y la sensación de bienestar o
malestar social de los pueblos.
El neoliberalismo
como paradigma de poder político no conoce la solidaridad ni el
equilibrio social como punto de inflexión entre las rentabilidades del
capital y los pueblos bajo su orientación económica. La desregulación de
los mercados y la expansión del capital constituyen la piedra angular
del sistema capitalista del siglo XXI.
En la
actualidad, la clase oligárquica de las diversas naciones juega un papel
cada vez menos relevante en los juegos de poder, este espacio ha sido
usurpado por los empresarios políticos y los narco empresarios, en
contubernio con los políticos enquistados en las estructuras
partidarias, cuyos liderazgos muchas veces son espurios, no forjados en
la lucha política, sino resultantes de grandes inversiones mediáticas,
lo cual provoca una pérdida de credibilidad en el sistema de partidos.
La
política como ciencia del poder debe ser objeto de estudio de los
politólogos, los institutos de formación política y las fundaciones
políticas internacionales, estructuras que deben plantearse las nuevas
realidades de los partidos políticos como instituciones mediante las
cuales los ciudadanos se sienten representados en las diferentes
instancias de poder del estado. En muchos países latinoamericanos ha
quedado atrás la era de los grandes liderazgos populares para dar paso a
una era de líderes virtuales.
La mejor oferta
electoral es aquella que represente el estado de bienestar de la
sociedad. Hasta la vieja plutocracia está cediendo posiciones. ¿Razones?
Ya no somos dueños de nada como pueblo, la globalización e integración
comercial dio un giro de trescientos sesenta grados a los intereses
nacionales.
En la República Dominicana, CODETEL
(Compañía Dominicana de Teléfono), principal compañía telefónica y
propiedad estatal en sus orígenes, hoy pertenece a un magnate mexicano.
La Cerveza Presidente, emblemática fábrica de cerveza nacional, orgullo
de los dominicanos, es de capital brasileño; el Ron Brugal, fundado en
el 1888 en Puerto Plata, hoy es propiedad de empresarios ingleses, y la
principal fábrica de cigarros dominicana es la Davidoff, cuyos
propietarios residen en Ginebra, Suiza, desde el año 1911, tras emigrar
de Kiev, Ucrania, aunque sus orígenes son judíos.
Hasta
finales del siglo XX, las pequeñas y grandes obras de estado eran
construidas por firmas de ingenieros nacionales o por el propio gobierno
central, a través de la llamada Secretaría de Estado de Obras Publicas y
Telecomunicaciones, hoy una entelequia con traje ministerial al
servicio del capital multinacional, constituída por las constructoras de
obras de envergaduras, por ejemplo, República Dominicana o la
Odebrecht.
Ya nada nos pertenece, porque nuestro oro
es de la compañía canadiense Barrick Gold, el ron es inglés, la
cerveza, brasileña, el tabaco es suizo, y la telefonía es mexicana. Lo
que constituye nuestro patrimonio inalienable es la deuda externa, los
niveles críticos de marginalidad y pobreza, que bordean el 40 %, la
desnutrición que según el mapa del hambre se ubica entre el 20 % y el 34
%, los pasivos ambientales generados por la explotación del oro, el
dengue endémico, y la carga bucólica de los emigrantes haitianos.
En
República Dominicana, el sindicalismo como expresión organizada de los
obreros actualmente no existe, las asociaciones profesionales funcionan
como clubes y las fuerzas sociales son reprimidas con artilugios o
ardides gubernamentales.
Los grandes partidos han
sido secuestrados por una dirección política, que consciente de los
beneficios y privilegios generados por la partidocracia, se ha
convertido en un dique de contención para la renovación del liderazgo
partidario. En ocasiones, tanto los partidos de gobierno como los
opositores marchan de espalda a los grandes intereses nacionales, pero
en consonancia con los intereses de los dirigentes.
Entonces,
surge la pregunta: terminado el debate entre la izquierda y la derecha,
¿estará amenazado el sistema de partidos políticos en América Latina
por la asimetría en la redistribución de la riqueza, la corrupción de
estado y la incapacidad para instrumentar un verdadero estado de
bienestar a la población?
Finalmente, solo nos
permitimos recordar, que la democracia como sistema de gobierno tuvo su
origen en la antigua Grecia, y los partidos políticos surgieron apenas
en el siglo XIX. Concluimos con la afirmación que urge una nueva oleada
democrática en América Latina. A la vista de un eventual fracaso del
sistema presidencialista, hay voces que invitan a volver la vista al
sistema parlamentario europeo, donde los ciudadanos tienen la
posibilidad de ejercer mayor control sobre la actividad de los jefes del
gobierno y el estado. (La Voz de Rusia)
wj/kg
No hay comentarios:
Publicar un comentario